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lunes, 14 de octubre de 2013

Luis Bedoya Reyes: “Antes de volverse indecente, la política peruana se vulgarizó”

Líder histórico del PPC habla de Alan García, Alejandro Toledo, Ollanta Humala y confiesa que Fujimori le pidió dos veces ser primer ministro
Luis Bedoya Reyes deja estas reflexiones sobre líderes políticos: "Humala no ha cuajado, pero está aprendiendo", "Toledo es un charlatán, no confío en él", "hoy Alan no tiene tino, ha descendido", "Fujimori es un hombre impenetrable". (Foto: Richard Hirano / El Comercio)

MILAGROS LEIVA GÁLVEZ

Está escribiendo su biografía. Lee todos los días. Tiene 94 años y dice que si hoy fuera alcalde de Lima hace rato que habría iniciado las obras del metro. Si algo le apenó cuando dejó la municipalidad, fue no haber tenido ni tiempo ni dinero para expropiar las dos manzanas que circundan la plaza San Martín para unirla en una sola estación a la plaza Grau. Bromista y detallista, en su casa tiene una colección de tucanes y condecoraciones y muchas llaves de ciudades peruanas y extranjeras. En su sala luce sus fotos con el papa Juan Pablo II. Le he preguntado si ha sido el mejor alcalde de nuestra capital y solo sonríe. Cuando atraviesa la Vía Expresa, cree que le faltó tiempo para hacer más. Lúcido y vital, bromista y coqueto. Así es Luis Bedoya Reyes, un político optimista con el futuro del Perú. Me invitó limonada en un vaso de campaña: “PPC, Bedoya 85”, decía la inscripción. Aquí parte de las reflexiones del fundador del PPC, el hombre que alguna vez quiso ser presidente del Perú.

¿Usted ha sido el mejor alcalde de Lima?
No, hija, encontré mucha cosa servida.

La Vía Expresa no fue cosa servida, hasta loco le dijeron.
No me alcanzó el tiempo y el dinero para hacer todo lo que quise. Siempre digo que tuve mucha suerte como alcalde, supe aprovechar las oportunidades, nunca las dejé pasar.

¿Avizora una Lima ordenada o la proyecta caótica y peor?
Lima necesariamente tendrá que extenderse desde Huacho, Huaral, hasta Cañete, ese será el desarrollo normal. Lima era una ciudad horizontal y chata, hoy es vertical, pero han claudicado los servicios. Se tiene que trabajar con firmeza, con autoridad.

Lima acaba de ser declarada sede de los Panamericanos 2019. ¿Cómo recibió la noticia?
Con mucha satisfacción. Sería bueno hacer un concurso en tres meses sobre las mejores condiciones y elegir la mejor fórmula porque el Perú es un país que sigue discutiendo hasta el último día. Se tiene que ver cómo adecuamos la ciudad para gente que viene y cómo adecuamos los campos deportivos. Hay que alojar a todos y lo esencial: cómo prepararnos para competir sin quedar en el último lugar. Necesitamos planteamientos separados y una sola autoridad que vea el conjunto. No hagamos ensayos para una cosa tan próxima. En las cuestiones deportivas y en la construcción y en la preparación del personal la gente nuestra conoce suficientemente.

¿La inseguridad le preocupa?
Digamos las cosas como son. No tenemos un ejército de asaltantes, no exageremos. Tenemos que solucionar las cosas con firmeza. Yo he recibido la noticia con mucha satisfacción. Es meritorio lo logrado. Ahora hay que apoyar a los atletas, es cuestión de disciplina e inversión.

Bueno, usted lo sabe, fue basquetbolista.
Yo solo embocaba de lejos.

Hablando de distancias, su hermano fue aprista y perseguido por sus ideas. ¿Por qué no simpatizó con este partido?
En el colegio Guadalupe había probado la huelga de los apristas en cuarto de media. Pensaba: estos muchachos, ninguno brillante, ni siquiera aceptable, son la fuerza bruta imponiéndose, gente sin control.

¿El Apra ahora tiene control?
Ya dejaron de ser fuerza.

Usted tuvo un gran gesto cuando declinó su candidatura en la Constituyente para dar paso a la presidencia de Haya de la Torre.
La izquierda parcelada y anarquizada quería hacerlo sentir mal y nosotros nos enteramos. Yo había sacado 800 mil y pico de votos y Haya tenía un millón cien mil. Había que sacar la presidencia de la mesa directiva y como a medianoche me llamó Bobby Ramírez, me contó que la izquierda no quería votar por Haya y que nos ofrecían la presidencia, yo dije que no. Con el comunismo no podíamos hacer nada. Haya había ganado limpiamente las elecciones y yo tenía un complejo de deuda. Polemicé con Townsend y él tenía instrucciones de su partido de denunciarme como un “caballerito que montaba caballo todos los fines de semana y que eran propios”, perdí la razón y le dije a Townsend: “Yo monto caballo, sí, ¿puede decirme qué monta Víctor Raúl Haya de la Torre?”. Cuando había soltado la frase, era tarde para arrepentirme. Me perseguía la culpa, la grosería; para mí no había más camino que darle la presidencia. Bobby me contó que a uno de los izquierdistas se le escapó: “Lo vamos a joder, sentado como cualquier diputado allí, obligado a pedir la palabra para intervenir, odiaban a Haya”.

¿Usted respetaba a Haya?
Aprendí a respetarlo en la Constituyente, antes también. Su campaña fue limpia. No sus compañeros. Haya era maestro consiguiendo operadores como Prialé y Villanueva. Manejó el partido con operadores.

¿Qué significó Alan García para Haya de la Torre?
El discípulo predilecto. Lo mandó a estudiar a Europa, lo señaló, lo promovió, no lo manoseó en la Constituyente, lo conservó.

¿Puede el Apra existir sin Alan?
Alan tendrá que preparar a un sucesor, como hizo Haya. Deberá firmar alianzas para el 2016. Quiere volver a Palacio y lo merece, el salto entre el primer y segundo gobierno es memorable. Alan se reivindicó. Le hizo bien su autodestierro en París. Hace unos años sostuve que Alan había cambiado, pero el Apra no.

¿Sigue pensando lo mismo?
El Apra cambió, pero disminuyó su fuerza. Hoy confío en Alan o desconfío menos que antes. Consiguió operadores, tiene tres mosqueteros: Mulder,Velásquez Quesquén, Del Castillo.

Alan enfrenta la megacomisión, los ‘narcoindultos’…
Hoy Alan no tiene tino, ha descendido, se ha jugado el prestigio de hombre sereno que había ganado. No le corresponde dar esas frases que suelta. Debería decir una sola cosa y retirarse.

¿A Toledo qué le aconseja?
Es un charlatán, no confío en él.

¿A Humala quiere aconsejarle?
No, es un hombre desconfiado, va a pensar que tengo interés. No tiene peso como para ser reflexivo. Humala no ha cuajado, pero está aprendiendo.

Tenemos a un ex jefe del Estado preso, a dos ex presidentes investigados, mire lo que pasa con Urtecho en el Congreso…
Antes de volverse indecente, la política peruana se vulgarizó. Comenzó a vulgarizarse en la Constituyente con el voto preferencial, porque era el privilegio del dinero, era el compromiso político transformado en obediencia comprada, corrompió la política. Demoró muchos años, pero hoy, como consecuencia del voto preferencial y del debilitamiento de los partidos, es lo que vivimos. Con el voto preferencial se parcela todo y quien tiene dinero compra votos. Además, para restablecer la depuración en la iniciativa legislativa hay que volver a las dos cámaras. Fujimori eliminó el Senado porque no podía manejarlo. Un Parlamento parcelado como el actual nace sometido porque nadie tiene fuerza, son meros representantes de localidades.

¿No fue un verdadero pecado del PPC legitimar el CCD de Fujimori? El Apra y Acción Popular retrocedieron, pero ustedes avalaron todo lo que sucedió después del 5 de abril de 1992.
Para nosotros, pesaba mucho más el retorno a un sistema democrático, cometimos el error de pensar que Fujimori dentro de este sistema era una incógnita sin experiencia suficiente. No te olvides, además, que su campaña tuvo características similares a la que llevó a Humala al triunfo. Los dos aplicaron a su modo la vieja fórmula radical: hacer la campaña por la izquierda para ganar y gobernar por la derecha.

¿Usted ve semejanzas entre Humala y Fujimori?
Fujimori se presenta dentro de una condición independientemente, pero pronto se radicaliza y se enfrenta a Vargas Llosa, su lenguaje es monosilábico, su polémica es calculada, enseñada por otro. Eficaz. Lo primero que hace cuando llega triunfador es entregar a Hurtado Miller el capítulo económico contrario a su campaña. Ollanta hace lo mismo, rompe su primer pacto; pragmático, presenta un nuevo plan. Sabe que dentro de una posición de izquierda vergonzante no triunfa, que es preferible conocer a un marxista declarado que a un rosado sin límites. Hace una nueva oferta y, al poco tiempo de estar en el gobierno, se convence de que los rosados son peores que los rojos por impredecibles. Los liquida sin previo aviso y siguen deambulando. Quienes no han entendido ese cambio son sus adversarios, salvo Mario Vargas LLosa.

¿Dónde deja al aliado Toledo?
No es un hombre que tenga una filosofía política, es un hombre pragmático. Nadie ha conocido su escala de valores. Él me llamó para que fuera su primer ministro dos veces, conversamos mucho en una sala y durante las tres primeras horas que estuvimos fuimos interrumpidos con llamadas telefónicas. Yo sentí que alguien en la sala contigua nos escuchaba. No me gustó.

¿Ahora qué piensa de Ecoteva?
Toledo habla con tanta precipitación y es tan enredado que no se sabe si el enredo es consciente o un modo de ser. No tendrá mayor dificultad en poder evidenciar que el dinero es de Maiman, pero no se sabe si Maiman contraseguro. Pero sigamos el análisis de Humala y Fujimori.

Muy bien, se quedó en que Humala despachó a los rosados.
Luego Humala no ha sido entendido por los empresarios que creen que en cualquier momento vuelve a las andadas.

¿Cree que los empresarios temen a Humala?
No duermen seguros. Humala se ha convertido en el jefe de la clase media emergente. ¿Has analizado su Gabinete? Todos son de clase media, la mayoría son mujeres, capaces, no se rinden. Es un hombre que no ha perdido su filosofía con la izquierda en la medida que siente la marginación de la miseria y se siente llamado a buscar remedio, pero no solución. No piensa en lo que hay que construir, sino en lo que hay que remediar. En esto también se parece a Fujimori: va de pueblo en pueblo. Se da tiempo, se mimetiza.

¿Tiene el mismo objetivo de Fujimori: quedarse en el poder?
Los políticos aprenden de otros políticos. Humala tiene sus maneras y sus formas, es más la gente que no lo entiende. Está a la cabeza de la clase media.

¿Usted lo define como presidente de la clase media?
Me parece que ese será el apellido que tendrá si Humala continúa así. No hay agasajo que lo deslumbre, es natural con las personalidades. La gente critica que no tenga salón.

¿Lo mismo no hacía Toledo?
No, bastaba que engolara la voz para que malograra todo. Humala puede equivocarse, pero no lo veo simulando. Sufre las consecuencias de su profesión, pero no veo peligro en sus amigos militares. No hay sitio para los golpes ni para las dictaduras, eso terminó en el Perú.

¿Siente, como dicen algunos políticos, que Humala ha perdido dos valiosos años?
Se está consolidando. Humala está trabajando con resultados distintos en la zona marginal que es peligrosa porque está acostumbrada al regalo y al sometimiento. Eso es dañino.

¿Y los programas sociales?
El problema que sucede con la alimentación escolar le habría pasado a cualquier gobernante. Acaba de aumentar un tercio el número de los beneficiados. No es que no critique Qali Warma, pero se necesita comprender que no estamos hechos para economía de escala, servir tres millones de desayunos es escala. La gente ve el lunar, pero no el acontecimiento.

¿Cuánto le preocupa la inseguridad del país?
¿Cuántos son los policías y cuántos los corruptos? Si yo fuera presidente, haría una misión extranjera sin asco. Que me acusen de lo que sea, pero hay que imponer la seguridad, yo pediría una misión extranjera por diez años. ¿Crees que los policías corruptos que destacamos a Madre de Dios están luchando contra la ilegalidad? Si nos dormimos, todos los ríos del Perú se van a contaminar.

¡Ya estamos dormidos!
Los grandes proyectos están paralizados porque al gobierno no le gusta meter la vara, no nos quejemos si mañana los varazos vienen de un solo lado y de un solo golpe, hay que fortalecer al gobierno. Con los mineros ilegales vería por qué medios les corto todo, comenzando por los créditos. Los asfixiaría para que no sigan envenenando y depredando el territorio. Cuando uno quiere hacer las cosas, las hace.

¿Cómo imagina el Perú en los próximos años?
Hay muchas cosas que están pendientes, para mí una vital es la longitudinal de la sierra, porque allí está la miseria y hay sistemas para socorrer. Se tiene que hacer esa carretera desde Puno hasta la sierra piurana con cruces de penetración al Vraem, que tendrá que ser la despensa de Lima, y con proyección hacia Brasil, que necesita caminos para conquistar otros mercados. El otro punto es crear la cuarta región del Perú, que es el mar. Debemos aprovechar la riqueza. Si alguna cosa lamento de verdad, es que la vida no me alcance para ver al Perú convertido en una nación con una prosperidad salvaje, ese es nuestro futuro. A los peruanos ya nada nos detiene, nada nos para. Tengo pleno optimismo en el Perú.

¿Le apenó no llegar a Palacio?
Ninguna pena, lo confieso. Estoy feliz con lo que soy: un hombre que ha podido vivir tranquilamente con su profesión y sus pasiones políticas. Nunca he dado saltos de canguro. He tenido una buena esposa, leal, sencilla. Ahora a mi mujer le tengo que hacer cariño todos los días, en lugar de ir a la iglesia –como pensé– se ha dedicado a leer novelitas, ja, ja, ja.

Creo que usted se parece al señor de la propaganda que dice “bombón”. Vital, picarón…
Siempre he sido coqueto, pero también muy ordenado. Todo he conocido con medida. Nada en el hastío de la repetición periódica. Todo con naturalidad y sin exceso. Ese es mi secreto.

“FUJIMORI ME PIDIÓ DOS VECES SER PRIMER MINISTRO”
Ha tenido decepciones graves en su partido.
No tengo decepción por la gente que se fue. Las buenas y malas juntas en política son relativas.

Pero ha sido crítico de Montesinos. ¿Cómo ha podido seguir siendo amigo de Kouri?
Mucha gente sufrió graves engaños, el ‘Doc’ tuvo una extraña habilidad para enganchar a otros. Pero también fue responsable Fujimori, porque él era la instancia suprema. No recibió a mucha gente, a cambio la enviaba a su hombre de investigación. La primera vez que Montesinos se metió en mi vida, fuera del caso de mi hijo, fue cuando me dijeron que por encargo de Fujimori el ‘Doc’ quería hablar conmigo: “A mí me llama el jefe, no el subordinado. Mi nivel es otro”. Eso dije.

¿Qué le contestó?
Se tragó mi respuesta.

¿Usted se reunía con Fujimori?
Nunca, me decía que quería hablar, pero no me llamaba.

Pero sí fue a la ceremonia por los 25 años del PPC.
Esa fue la escena más larga que he tenido con él. He querido evitar siempre comentarla, pero tampoco quiero contarla cuando los partícipes hayan muerto. Tengo memoria salvaje. Recuerdo que había llegado Belaunde al local de Alfonso Ugarte. El presidente de la comisión del aniversario 25 era un hombre muy fogoso que recibió plenos poderes: Tito Borea. Él mismo había ido a invitar a Fujimori. A Dios gracias, existía una costumbre que era avisar cuando un gobernante iba a llegar.

¿Eso ocurrió?
En efecto, cuando Belaunde estaba en una habitación superior conversando animadamente, me avisaron que bajara a recibir a Fujimori, y lo primero que pensé fue: ¿Dónde está Belaunde? Subí y le dije: “Presidente, viene Fujimori, no sé quién diablos lo ha invitado”. Belaunde, que era hombre de rápidas reacciones, se despidió de inmediato. No se encontraron. Yo, presidente del partido, no sabía, pero igual lo recibí. En su discurso, Fujimori dijo que en las elecciones él había votado por mí. Todos los partidos se quedaron, nadie se movió.

¿Fue un error?
No, creo que Fujimori estaba buscando entendimientos, pero había adquirido la mala costumbre de que los políticos pasaran por el SIN.

¿Cuánto dolió la situación de su hijo con Montesinos?
Él fue condenado a cinco años, obtuvo su libertad condicional a los tres. Nunca lo abandonaron sus clientes porque sabían que de idiota podía haber caído, no de pícaro, con los 20 mil dólares del ‘Doc’. A mí se me cayó la cara y dije que había cometido una falta muy grave, pero no delito, eso pensé como abogado. Fue peor lo que sentí como padre.

¿Qué le dijo usted?
Yo no hablé con mi hijo ni pisé la cárcel, dejé de verlo tres años. Quería pensar que estaba de viaje. Cuando volví a verlo, estaba más sentido que nunca.

¿Le pidió perdón?
Nunca lo condené. Sabía que mi hijo había caído de cojudo, pero no de malo. No lo había hecho calculadamente.

¿Qué le diría ahora si conversara con Montesinos?
Siento lástima por ese sujeto. Se está deshaciendo sin horizonte. Fue cruel lo que hizo con nuestro país y la ley del talión es dura.

¿Por Fujimori también siente lástima?
Sí, yo lo habría indultado porque ya recibió castigo. Además, los castigos son conforme a la edad, para un hombre que ya no tiene horizonte, para un hombre que para mucha gente debe ser escupido y que le costará salir a la calle, porque no sabe quién lo va a ofender porque crea pasiones en la adhesión como en el odio, cada día es un martirio. Lo que sí me ha asombrado son los caminos que cortan, el hermano, el padre, cómo hostilizan a la hija, en el fujimorismo habrá guerra civil. ¿Cómo será el oriental? Tiene una psicología especial, si no llaman a un psiquiatra serio para que les haga la interpretación del personaje él los desconcertará permanentemente. Fujimori es un hombre impenetrable.

¿Por qué no aceptó ser su primer ministro?
Me pidió dos veces, no lo acepté. No hay presidente que no crea que está inconclusa su obra y si le muestran el camino de la reelección no ofrece mucha resistencia. El poder embriaga.

¿Usted terminó embriagado?
Creo que no me vino mal la segunda alcaldía, a pesar de las varias resistencias, incluso belaundistas. Todos me declararon la guerra y desperté odios en los militares con el golpe. No me perdonaron.

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