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domingo, 4 de agosto de 2013

El suicidio moral del PPC
Pedro Tenorio - En la Cornisa
Diario Correo
Todavía no se produce, pero digamos que su actuación durante la reciente repartija parlamentaria y su posterior adhesión a la Mesa Directiva oficialista evidencian una etapa de serio deterioro para el Partido Popular Cristiano (PPC). Como se sabe, pese a contar con cuadros de vasta proyección futura –Eguren, Pérez Tello, Beingolea, Galarreta–, ha preferido secundar a Gana Perú, Perú Posible y Solidaridad Nacional –colectivos cuya suerte depende casi exclusivamente de sus únicos líderes– en una plataforma parlamentaria al servicio del Gobierno, lejos de un rol opositor como el que hoy exige la ciudadanía.

¿Qué gana con sumarse a esta nueva repartija? Más asesores y la posibilidad de contratar gente del partido en la planilla del Legislativo. Es decir, clientelismo político mondo y lirondo. ¿O es que acaso Juan Carlos Eguren, Javier Bedoya o Marisol Pérez Tello necesitan poner un pie "amigo" en la directiva –donde los representa Luis Iberico– para tener peso político propio en el Congreso? Evidentemente no, y en este punto se han dejado ganar la iniciativa por apristas y fujimoristas.

Hasta podría decirse que el PPC ha perdido así gran parte del terreno que ganó meses atrás cuando encabezó un esfuerzo por defender la institucionalidad y apostó por la permanencia de Susana Villarán al frente de la alcaldía de Lima. Aquella vez, el viejo partido fundado por Luis Bedoya Reyes le dobló la mano a apristas, fujimoristas y castañedistas, que habían unido esfuerzos para sacar a Villarán. Ese triunfo, que para muchos significó además una victoria moral, ha sido dilapidado con estas últimas movidas. ¿Acaso nadie en el PPC vio que lo que más convenía para afirmar un perfil de partido de centro y moderno –como gustan definirse– era tomar distancia del Gobierno y ejercer una oposición sin medias tintas, leal pero a la vez inflexible, que además sintonizara con los reclamos de millones de peruanos?

En resumen, faltó quien liderara el esfuerzo por asentar una bancada eminentemente partidaria (dejando de lado a los aliados del 2011 si acaso hoy ya no comparten los mismos ideales y horizonte) y decidida a marcar diferencias con otras fuerzas que, aun siendo más numerosas, no parecen tener claro lo que le conviene al país y propiciaron la escandalosa repartija a la que el PPC se sumó nominando al Tribunal Constitucional a un compadre de Lourdes Flores. Como se ve, esta solo participa en los temas nacionales y Raúl Castro –el presidente del partido– anda bastante ocupado con su candidatura presidencial en el 2016 como para orientar con predicamento a sus parlamentarios.

Ahora ha renunciado Lourdes Alcorta y parece que Gaby Pérez del Solar también será de la partida, con lo que dos componentes de enorme popularidad se alejan. El PPC cuenta con jóvenes talentos como los regidores Alberto Valenzuela, Jorge Villena, Mónica Saravia y Pablo Secada, y dirigentes como Mario Castillo Freyre. La pregunta es si habrá un partido viable de aquí a uno o dos años para canalizar este capital humano o si asistiremos al lento agonizar de un partido que pudo ser, pero no fue.

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