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lunes, 25 de marzo de 2013

Entrevistas - CARETAS
Luis Bedoya Reyes fundamenta las razones por las cuales el PPC respaldó a la alcaldesa Susana Villarán.
‘Las Instituciones Hay que Defenderlas’
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El Tucán,a sus 93 espléndidos años, predicó con el ejemplo.

“Este sistema de la revocatoria va a destruir lo único que nos queda, un poder que nace de la voluntad del pueblo que es lo más próximo y cercano a él, el primer poder de la autoridad desde abajo, que es el municipio”.

Encontramos a Luis Bedoya Reyes cuando corrige el capítulo de sus memorias en las que habla de la compleja relación que mantuvo con el dictador Juan Velasco mientras fue alcalde de Lima.

“Estoy detenido pero ya voy a agarrar pista”, promete.

El Tucán se mostraba reticente a ofrecer declaraciones antes que llegue Lourdes Flores Nano. En este caso la disciplina partidaria no descansa ni siquiera a unos espléndidos 93.

Pero se hace evidente que la relación también va, todavía, de discípula a maestro. Flores se encuentra muy al tanto de las anécdotas que visten la vida política del abogado, exburgomaestre, exconstituyente y dos veces candidato a la presidencia por el Partido Popular Cristiano.

El sábado 16 por la noche circuló el simulacro de votación confidencial de Ipsos y su director Alfredo Torres destacaba una sola razón para explicar el sorprendente giro:

“Quizá lo que haya resultado más persuasivo para los indecisos haya sido la intensa presencia de Flores en los medios de comunicación para sustentar su respaldo al NO en contraposición con la negativa de Luis Castañeda a dar la cara por el SÍ”.

Bedoya Reyes, sin duda uno de los alcaldes más representativos que recuerde la ciudad, se unió con todo a la campaña. Llegó hasta el Mercado Central con los regidores del PPC y es lógico creer que su famoso dedo medio contribuyó a convencer un valioso bolsón de última hora.

Aquí demuestra que este pico no ha perdido filo. 

–¿El PPC se ha recolocado con el resultado del domingo? 
–No es lo que se buscaba. Íbamos tras una lealtad en los principios y una autenticidad en la conducta. A ninguno de los concejales, todos muchachos a excepción de la cabeza de la bancada (Edgardo de Pomar), se le ocurrió unirse a la señora Susana. No. Ellos habían sido oposición que a su vez votaba a favor en lo que estaban de acuerdo. Lógicamente, pensaron en hacer solos su defensa. Lo primero que se les dijo fue, un momentito. Los argumentos de su defensa pueden ser distintos. Pero no se puede armar una batalla con opiniones y cabezas diferentes. De manera que ustedes tienen que agregarse a la causa.

–¿No era también complicado?
–Sí. Ahora bien, las instituciones hay que defenderlas. Y este país tiene mala memoria. Y por haber perdido y maltratado las instituciones, el país está desarmado, desarticulado. Este es un levantamiento de la voz, defendiendo la permanencia de la alcaldesa para defender la institucionalidad municipal, porque mediante este sistema de la revocatoria va a destruirse lo único que nos queda, de un poder que nace de la voluntad del pueblo que es lo más próximo y cercano a él, el primer poder de la autoridad desde abajo, que es el municipio.

–Reconozcamos que a estas alturas usted no tenía necesidad de poner la carne en el asador.
–El “Chacho” Villarán que fue alcalde de San Isidro era muy cercano. Y con la familia de la Puente Lavalle he tenido una amistad continuada, desde muchacho. Entonces el nombre de Susana no me fue extraño. Grande fue mi sorpresa cuando me enteré que alguna amistad tenía con mis hijas, que son de la misma edad. Pero lo que me dolía sobre todo es que yo recibí el municipio con la garantía de 21 votos sobre 40, que es lo que te permite gobernar. Y al año y medio ya me vapulean a esta pobre mujer porque incluso la composición de su propia mayoría es heterogénea, tan es así que no tiene inscripción en el registro electoral. No hay derecho. Yo no conocía a la señora Susana. Tenía el recuerdo del apellido y una amistad por un lado y otro que de alguna manera obliga. Por eso me metí en la danza. Por principio y por sistema. Y tengo un dato concreto. El 26 de octubre, cuando la consideraban un cadáver, le dije a La República que yo no votaría por la revocatoria. Aunque ahora desde Nueva York o no sé donde el ‘cholo’ Toledo sale a decir (engola la voz), yo que fui el primero.

–Pero no vino a votar.
–Oiga usted. Y no solo él. PPK también sacó el pellejo.

–¿Si ustedes marcaron esa diferencia, qué papel cree que tuvo el APRA? 
–No me gusta nunca hablar de estas cosas… pero quizá mejor ahora que mañana. Evidentemente Alan García es un político astuto.

–Hace su juego de ubicación, ¿no?
–Que tiene el peligro de acercarse más de la cuenta a Toledo, voltear la tortilla como le da la gana y cambiar de opinión elegantemente. Pero es evidente que si al final de cuentas no tenía representación municipal, no iba a pretender que mediante una elección forzada el APRA se fuera a reivindicar. Lo que intenta es tener un instrumento para movilizar a su gente.

–Un ejercicio de calistenia operativa.
–Una gimnasia en la que no tiene nada que perder y no le interesa lo que pueda ganar. Porque lo que quiere es movilizar. Pero le ha ido mal. Se ha comprobado que el APRA no tiene su tercio siquiera en la capital. El APRA no pesa en Lima como supone. Y esta resbalada ya determinó que se “ofreciera” frente a la doncella para prestarle la colaboración. ¿Qué peso específico tiene en Lima? ¿Qué apoyo ofrece si no tiene un solo asiento en el municipio?

–A ellos les fue mal pero Raúl Castro ha sido todavía más crítico con Castañeda, que integró con ustedes Unidad Nacional. ¿Usted qué opina?
–Castañeda es un hombre que cometió un error con nosotros. Cuando pudimos ser aliados a la pobre Lourdes la bailó. Eran ofrecimientos a medias palabras para terminar en negativas o aceptaciones condicionadas. Nos dio la impresión de que nunca procedía con transparencia. Su acierto y habilidad personales no se discuten. Pero es imposible saber exactamente dónde se ubica su tratativa política porque el ‘Mudo’ se convierte realmente en mudo cuando quiere.

–¿Cree que el PPC todavía tiene peso específico en Lima?
–Sí, y es por algo que debemos entender. Somos el punto medio. No tenemos dinero, ni doblones ni blasones. Y en consecuencia la maledicencia del APRA que condena a todos sus adversarios de ricos, cuando ellos viven en la riqueza hace mucho rato, esta vez también la quisieron hacer. Ya está gastado el disco. Hay que decirle a su técnico publicitario que es hora de cambiar la letra de la música, aunque mantenga el tono.

–Y Alan García gana muy bien con sus conferencias, ¿no?
–Hay un punto que siempre temo. A Dios gracias no queda huella, porque puede coincidir por desgracia que los anfitriones que lo inviten tengan algo que ver con algunas obras en el Perú. El riesgo es caer en la utilización del conocimiento preferencial de hechos reservados.

–Nos ha entretenido con sus anécdotas de Velasco y su ministro Armando Artola.
–Es que yo desnudaba a cada rato al calvo. No le dejé pluma. Lo que más le dolió, como en el caso de Haya, eran esas bromas que lindan con lo personal e íntimo.

–¿Humala pertenece a esa tradición del presidente cuartelero o es otra cosa?
–El jefe militar auténtico tiene más silencios que locuacidades. Y normalmente un militar se distingue por dos cosas, que son las que aplica en el campo de batalla: la simulación y la sorpresa. Por eso es un mal político, porque en la democracia el político tiene que ser transparente, debe enunciar y explicar, exponerse a la contradicción. Pero este uniformado que nos ha llegado al poder civil hasta ahora utiliza el silencio junto con la sorpresa, que no siempre tiene que ser negativa, con habilidad militar. Y hace rato que tiene desconcertados a más de un desconcertado. Va caminando. Tiene respaldo. No ofende, no denuncia ni hace alharaca. Ahora, también es verdad que los moscones no se le desprenden. Hace rato que esa izquierda, que no se sabe si es antigua o moderna, atomizada o unida, pero que en realidad no la acierta nunca, sigue ahí obediente, merodeando, viendo si hace su casa y si retorna. Creo que el juego de cintura en ese campo lo maneja bien. Claro está que nos puede disgustar lo que ha hecho con respecto a Chávez y Venezuela, pero es afuera. Hay que guardar también los buenos modales. Pedirle a un hombre que porque llega a la Presidencia olvide a sus amistades antiguas, no me parece correcto.

–Mire ahora como está su cancha: Lourdes, Toledo, PPK, Castañeda. ¿Cómo se despeja?
–La política se resuelve aquí y en otros países en los últimos minutos, que en la historia son los últimos días. Adelantar ahora una opinión para dentro de 4 años me parece no solo prematuro sino cándido. Un ajedrez sin fichas. Ese juego no me tiene como jugador.

–Pero la jefa de su partido sí lo es.
–¿Y cree que la vamos a dejar sola? ¡Ya verá usted como la empujamos! (Entrevista: Enrique Chávez)

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