Entrada destacada

Saludos

Estimados Lectores: Después de una larga ausencia debido a que me he estado capacitando siguiendo una Maestría en Gestión Pública par...

viernes, 20 de noviembre de 2015

Entrevista: Enrique Chávez | CARETAS
Luis Bedoya Reyes ante la encrucijada de alianzas del PPC y la peligrosa “credibilidad mágica” que puede definir las elecciones del 2016.
Pico a Pico Con el Tucán


“La política se hace con personas valiosas, no con masas. Pero al poder se llega por las masas”. Foto: Víctor Ch. Vargas

¿Cómo haría el electorado peruano para tener la lucidez de Luis Bedoya Reyes a sus 96?
CARETAS lo encuentra de muy buen humor, como es su sana costumbre. Encuentra divertido que Aurelio Pastor salga tras seis meses en la cárcel y lo primero que hace sea desafiar a Nadine Heredia. “Pego un salto de categoría”, observa. “De la nada puedo convertirme en héroe”.

Los ciclos de la política tienen al Partido Popular Cristiano de nuevo en una encrucijada. Con Lourdes Flores Nano en el autoexilio, el PPC se encuentra en el dilema de lanzar una candidatura de sacrificio –y de paso arriesgarse a perder su inscripción– o apostar de nuevo por una alianza.

Lourdes se la juega por el APRA. Según ha trascendido, Alan García le ha ofrecido una figura de cogobierno. La historia que narra el Tucán señala que el entendimiento no es inverosímil. Pero su análisis del presente, con las perspectivas de García en contra, también ubica al PPC en una posición difícil, institución que se desgasta en la interna mientras que el ánimo del votante tampoco parece sonreírle.


El pico comienza por la punta.

–Usted siempre ha sido muy duro con el fujimorismo.
–Una dureza muy particular porque nunca dejé de reconocerle cosas. Pero me dolió que Fujimori se eternizara en el mando, su hermetismo en la capacidad de diálogo.

–A fines del 91 ya le resentía un “reflejo automático para volcar en agresividad global sus problemas frente a actuaciones concretas”. ¿Esa intolerancia terminó en el autogolpe? 
–Totalmente. Y el aislamiento que antes del autogolpe se tradujo en su desprecio por la representación parlamentaria. En un viaje al extranjero iban diputados y senadores en un mismo avión a Estados Unidos. No habló con ellos. Los ignoró. El golpe fue una especie de revancha para eliminar todo control. Aunque nada de esto quita sus logros.

–¿Y por qué Keiko tendría que ser lo mismo?
–Las personalidades fuertes en un país subdesarrollado como el nuestro terminan siendo un modelo repetitivo que seduce al pueblo, quien cree o imagina que es el molde del padre.

–¿El que vota por ella vota por el padre?
–Quien puede dudarlo. En el trato Keiko es una chica agradable, cordial, criolla. No puedo opinar con respecto a la profundidad de su conocimiento. Pero es que su padre tampoco lo dio a conocer. ¿Es parte de un arte, una costumbre oriental, de un acomodo para no contestar a cuanto impertinente pregunta? Uno no lo sabe. Pero el estilo de su padre era ese.


DILEMA PEPECISTA

–Descartado un acercamiento por ahí, hay que recordar que antes hicieron alianza con PPK.
–Sí, pero en un momento en el que yo ya me autolimité. Cuando dejo un cargo, lo dejo. No soy tutor de quien me reemplace. Y Lourdes era una excelente dirigente. Yo no traté mayormente con PPK durante ese acuerdo, aunque somos amigos personales.

–La alianza no funcionó pero hoy pepecistas como Marisol Pérez Tello la preferirían. 
–Y muchos otros también.

–¿Qué dice Luis Bedoya Reyes?
–Tengo la obligación de callarme porque tengo la opinión final.

–Pero se intuye que el PPC valora el peso institucional. ¿Puede resultar complicado sumarse a una nave que se está armando?
–Ya que recurre a la figura de la nave que se está armando, la otra se está desarmando.

–¿La de García?
–Él tiene el seguimiento del partido, pero ya se distanció mucho de Haya. No es el seguimiento al gran maestro, sino al hombre práctico.

–Antes usted decía que García había cambiado y el partido no. ¿Ahora hay menos partido?
–Hay una diferencia sustancial. Con todas sus dificultades, Haya era un enamorado del poder, mas no del gobierno.

–¿García es un hombre enamorado del gobierno?
–Es un hombre apasionado del gobierno y a veces le importa un comino el poder. Ya lo disfrutó.

–¿Eso le da a PPK cierta ventaja en ese frente?
–Diría que tiene sus propias dimensiones. Es un hombre de Estado antes que un político. Segundo, no tiene una fuerza organizada, ¿cómo le irá recolectando unidades de nota? Cuando hay un buen director de orquesta se afinan los solistas. Pero normalmente los solistas no coordinan entre sí.

–A PPK se le ve sumando gente suelta, en algunos casos expepecistas que no funcionaron en la estructura disciplinaria. 
–Y además a la primera crisis de gabinete vas a tener dificultades para ver cómo conjugas otro grupo.

–Recuerde que el APRA quedó deshecha después del segundo gobierno de García.
–Sí señor. Evidentemente no podemos ignorar que los dos son cartas jugadas y en consecuencia, conocidas. Uno, Alan, tiene experiencia con el gobierno. El otro, con la actividad privada y de la empresa. Pero no se puede desconocer que un pueblo subdesarrollado vota conforme a sus tendencias, con poco análisis, en razón de una especie de credibilidad mágica, y eso es lo que acompaña a la chica, y al veterano que está atrás y se las sabe todas. El del bacalao.

–¿Qué le provoca César Acuña?
–La verdad, la verdad, no había reparado mayormente en él. Pero es este tipo de hombre chiquitito, empeñoso, orgulloso con lo que es, pero no sé cuánto le durará la mecha porque es de corto metraje.

–¿Qué suma el PPC en una posible alianza?
–Cuando nos tocó acompañar a Fernando Belaunde en su primer gobierno bastaron dos ministros para demostrar la calidad. Nos alternamos 8 en cuatro años. Recientemente en el municipio de Lima aportamos un grupo de novicios que maduró en 3 años. Y si se trata de ver hombres de Estado hemos tenido muy buenos ministros. Quienes se han ido del partido nunca han renunciado a su sistema de ideas. Ninguno ha negado su sistema de moral social cristiana.

–En el 2003 usted resumía la posición de Ántero Florez Aráoz: “somos nosotros y nada más que nosotros”. Y la de Lourdes: “somos nosotros más otros”. ¿Las alianzas vuelven a ser factor de división?
–Porque no medimos bien el valor de los individuos frente al sentimiento de masas organizadas. La política se hace con personas valiosas, no con masas. Pero al poder se llega por las masas. Nos faltan las masas y no hemos podido llegar al poder.

–¿Ha conversado con Raúl Castro para aquietar las aguas?
–Igualito que con Lourdes a la que nunca molesté en su etapa de dirección. Si dejo el poder es para que lo ejerzan. Quien tiene el comando tiene la obligación, y el comando en un partido es doble. Lourdes es la lideresa, Raúl el presidente.


CHICA TRAVIESA

–¿Y el gobierno que se va?
Me gustaría más hablar cuando se vayan porque es un caso muy singular. Somos un país realmente subdesarrollado. La altura y dirección de nuestro tiro tiene poco alcance y ningún vuelo. Han sido blanco fácil para quienes han opinado con respecto a ellos. Los han achicado sistemáticamente. Y al final de cuentas uno debe examinar las cifras. No serán excelentes, pero no son malas.

–¿A Nadine Heredia?
–No, no, no. Eso es una cosa distinta. El prototipo de la chica primera de la clase.

–Le pregunto porque usted siempre se declaró satanizado. Con ella llama la atención que, a pesar de los errores, le den tanto de alma. 
–Vamos por partes. Características visuales: chica traviesa. Envalentonada y peleadora. No muy enterada en todo, pero con gran instinto. Y, como de costumbre, la clásica chica inteligentona, graciosa, atractiva, que termina dominando simplemente al marido desde el día siguiente que se conocen como enamorados. Ahora bien, que está despertando el Presidente, está despertando. Que se está dando cuenta que le hace daño la forma hogareña de defender a la mujer, se está dando cuenta. Con Benavides, la señora Paquita tenía autoridad per se, un lujo de acompañante. Cuando decía, no te preocupes hijo, ya veremos qué se puede hacer, la cosa estaba consagrada. Don Fernando era un hombre atractivo, pero Violetita era un huracán. Toda delgadita, pero no había nada que hacer. Era el piloto y componía el carro. No podía sustituir a don Fernando en los discursos, decisiones de gobierno y en su presencia severa, pero obviamente manejaba el hogar. Y como no tenían hijos, ella ejerció de alguna manera el matriarcado.

HAYA Y LA CONSTITUYENTE

–Usted pudo presidir la Constituyente de 1979 que precedió al retorno de Belaunde al poder. Pero le cedió el cargo a Haya de la Torre. Sin embargo, se preció de imponerle el temario, que hasta hoy es básicamente las líneas del PPC. 
–Todavía están siendo sembradas. Cuando se acercaba el día de la decisión sobre la mesa directiva, no había el menor acuerdo. Cada grupo político se encerró en sí mismo. Éramos nosotros, el APRA y la izquierda, que a su vez eran ocho grupos.

PARA VARIAR

Hasta hoy, su único signo conocido es la capacidad para dividirse. Sin embargo, el hombre sabe más de lo que no quiere que lo que quiere. Lo único que sabían las izquierdas era que no querían a Haya en la presidencia de la asamblea. Prefieren dársela al PPC. El intermediario es Carlos Malpica, que tenía una larga amistad con Bobby Ramírez del Villar. Me llama a la medianoche del penúltimo día en que terminaba el plazo para elegir a la mesa, porque estábamos a 26 de julio, me dice tengo urgencia de hablarte porque tengo que dar una respuesta mañana a primera hora. Era Ernesto Alayza o yo. Le dijerazonemos, ¿no te das cuenta que podemos pasar de un punto neutro a un punto preso?

–¿Por qué?
–Bloqueados por el APRA y la izquierda, que seguirían viviendo y nosotros de referís, responsables de que no hubiera Constitución. Querían ser congreso legislativo y todos los días había resoluciones sobre huelgas y atropellos.

–No iba a salir ninguna Constitución. 
–Ni remotamente. Y le digo a Bobby Ramírez, aquí lo que hay es una especie de sanción histórica contra Haya. Ha trascendido que Haya le ofreció la presidencia a Genaro Ledesma, y este no le aceptó.

–¿Qué pasó?
–Temía mucho que no toda la izquierda votara con él. Podían recibir cualquier padrinazgo, pero no el de Haya. Piensa Bobby, con la izquierda no somos compatibles. Somos dos estructuras sólidas que giran en torno a principios universalmente conocidos.

–Y opuestos
–Inconjugables. Lo peor, presidiendo la cámara uno de nosotros es que más de una vez vamos a correr el riesgo de ser censurados, y como nos van a pedir un sitio en la primera vicepresidencia, vamos a ser los instrumentos para que lleguen a presidir la Constituyente después de sacarnos.

–¿Dónde conjugaban con el APRA?
–Le dije, Haya ha obtenido la más alta votación, su partido y él. Tiene deudas y pasivos muy grandes, pero ha mantenido la línea de su grey. Cincuenta años en un camino accidentado. Derrotero largo. Este hombre no ha ocupado nunca un cargo público, le ha sido negado. El veto ha sido la ley que lo ha perseguido. La izquierda quiere tenerlo sentado entre 100 iguales, y hacerlo blanco automático de todos los ataques si toma la palabra. Y si no la toma, un viejito que está sentado y no sirve para nada. Me parece un acto de justicia que tiene otra ventaja. La orientación del PPC y el APRA son conocidas. Por lo menos somos demócratas, creemos en la separación de los poderes, en el derecho a censurar a los ministros y consideramos a la persona humana como el más alto valor a considerar socialmente. Discrepamos de las soluciones concretas de tipo material pero hay valores comunes. En la filosofía de tipo principista nos aproximamos más que distanciarnos.

–Pero la jugada también tenía un sentido político. Usted se preció de vaciar de contenido el objetivo aprista de la Economía Nacional de Mercado y la definición del Estado como república de trabajadores manuales o intelectuales. 
–El cálculo de ese aspecto tenía su propia trampita. Bobby Ramírez del Villar había trabajado durante los dos últimos años un hipotético texto constitucional, completo. Era nuestro gran proyecto. Con Haya hacíamos justicia, y entre el APRA y el PPC teníamos mayoría clara, los dos partidos queríamos una Constitución democrática, no un ensayo de marxismo-leninismo en el caso latinoamericano.

–Luego incluso le facilitó firmar la Constitución en su lecho de enfermo. ¿Negoció con Haya esa presidencia?
–Nunca. No había conocido a Haya sino en el instante en que se abrió la Constituyente, dos días antes el 25 de julio, y me esperaba en la puerta Armando Villanueva que no era representante. El jefe quiere conversar contigo. Por su votación, Haya tenía que presidir las juntas preparatorias y yo tomarle el juramento. Una vez que entró conmigo Villanueva, Haya que quedaba de pie delante del escritorio voltea y le dice, puedes retirarte. Me lo quedé mirando: este manda como si fuera qué. Era una orden, no un pedido. Buen gallo es este, acostumbrado a todo esto. Me dio la impresión que me trataba como si fuera otro de los polluelos. Y encontré que trataba igual a otros líderes de izquierda que habían sido apristas pero que no habían perdido el mal hábito de obedecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario