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El zamba canuta que caracterizó el vencimiento del plazo para la inscripción de candidaturas municipales y regionales permite prever que esta campaña electoral será muy sucia y –peor aún– con poco espacio para el debate de propuestas, visiones e ideas.
La cosa viene cargada, especialmente en la elección más notoria por la alcaldía de Lima. Alex Kouri le demandó a Lourdes Flores informar de su patrocinio legal a procesados por lavado de dinero, narcotráfico y proxenetismo. La respuesta fue: “Está trayendo las prácticas del montesinismo que ha aprendido muy bien cuando mentía y desarrollaba sus tácticas en la salita del SIN (…) El ladrón cree que todos son de su misma condición”.
El agravio –gratuito o con fundamento– no será el único componente de las estrategias de la temporada. Una de las joyitas del juego artero es el alcalde de San Juan de Lurigancho, Carlos Burgos, quien va a la reelección con el PPC y boicotea con violencia, usando recursos del municipio, los mítines del rival de turno que, como es un tránsfuga consumado, cambia cada semana. Flores, quien ahora lo aúpa, ya lo sufrió una vez.
El Internet también será parte del golpe bajo, como lo demuestra la revelación hecha por Carlos Franco en su blog La Mula sobre una estrategia de comunicación elaborada por una empresa para el municipio de Miraflores de Manuel Masías –quien va a la reelección con el PPC– para construir una portátil virtual con perfiles bamba en Facebook que serviría para colocar mensajes sistemáticos en la red a favor del cliente.
Una elección política no es un té de tías para pasarse la Manty sino una confrontación de ideas contrapuestas encarnadas por personas de estilos diferentes que aspiran a representar al ciudadano. Se espera, por tanto, un arqueo y exhibición de la trayectoria personal de los postulantes e, incluso, alguna rudeza en el proceso lo cual hasta le da sabor y sazón al proceso.
Pero el ciudadano enfrenta un problema serio si todo se restringe a eso sin poder avanzar, también, hacia la confrontación de ideas, propuestas y visiones, así como hacia la exposición ordenada de logros previos, experiencia y equipos de candidatos para la gestión pública.
Por ello, es indispensable institucionalizar los debates entre candidatos como hitos obligatorios en todo proceso electoral, pues son las oportunidades en las que el formato induce al postulante a hacer un esfuerzo por ordenar las iniciativas que eventualmente pondría en marcha si ganara la elección, lo cual es conveniente que lo conozca el ciudadano antes de decidir por quién votar.
El debate entre candidatos en un ámbito neutral, bajo condiciones previamente acordadas, debe ser un proceso fundamental en toda elección de todo nivel en todo el país.
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