martes, 15 de diciembre de 2015
DOS PARTIDOS HISTÓRICOS: APRA – PPC
Expreso.pe
El pacto electoral firmado por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra) y el Partido Popular Cristiano (PPC) es histórica por tratarse de dos colectividades políticas organizadas, antiguas, con trayectoria, cuadros e ideología. El hecho, mutatis mutandis, es tan relevante como el pacto Apra-UNO o la alianza de gobierno entre Acción Popular y el PPC en el segundo período gubernamental del arquitecto Fernando Belaunde Terry (1980 – 1985).
Al respecto, en el editorial del martes 25 de agosto de este año, EXPRESO ya anticipaba dicho afecto mutuo en los siguientes términos: “(…) no es la primera vez que Lourdes Flores Nano, lideresa del PPC, y el expresidente Alan García, líder del Partido Aprista, se han lanzado piropos políticos, superando etapas de confrontación y polémica. Parecería incluso que la simpatía personal entre ambos se ha intensificado de cara a las elecciones del 2016”. Señores, hoy esto es una realidad, constituyéndose una plancha presidencial donde aparecen el heredero de Haya de la Torre y la representante de Luis Bedoya Reyes.
Precisamente, hablando de Haya y de Bedoya, en el editorial mencionado preguntábamos y señalábamos: “¿Esto es bueno o malo para el país? ¿No significa abrir un nuevo capítulo en la historia para afianzar las coincidencias antes que las diferencias entre los dirigentes de dos partidos que han polemizado mucho tiempo, en especial desde 1980 hasta el segundo gobierno de García en el 2011, dado que antes de ese año hubo un gesto muy importante de Luis Bedoya Reyes al allanar el camino para que Haya de la Torre sea elegido presidente de la Asamblea Constituyente de 1978-79?”
No obstante, los tiempos han cambiado pues ya no están los mismos actores; además los propios partidos aliados de hoy no son los mismos de ayer, y los problemas del país obedecen a un espacio-tiempo muy diferente al de finales de los años setenta del siglo pasado. En concreto, creemos que “per se” la alianza apro-pepecista es un ejemplo de madurez que no puede desaprovecharse y terminar, sea cual fuere el resultado de las elecciones del 2016, como otras alianzas, vale decir desarmadas automáticamente y sin pena ni gloria.
En consecuencia, esa alianza tiene que cultivarse antes y después del 10 de abril. ¿Cómo hacerlo? Saliendo de la esfera estrictamente electoral para pasar a la coordinación profunda donde exista una visión conjunta de país, para aterrizar a un planteamiento de reforma estructural del Estado y acaso para generar el germen de un futuro y no imposible germen de construcción bipartidista en el Perú, aunque esto último quizá sea mucho pedir.
Por último, en esta misma línea de pensamiento, y tal como lo planteáramos el 25 de agosto en esta columna editorial para mirar el futuro, cabe recordar que “pese a la carga ideológica de los años setenta, el Apra y el PPC coincidieron mucho, por ejemplo para hacer frente a la izquierda infantil e intransigente que demasiadas veces quiso patear el tablero del retorno a la democracia tras 12 años de dictadura militar. En suma, más allá de los coqueteos entre los líderes Alan García y Lourdes Flores Nano, ¿no podría pensarse, entre los más llamados a hacerlo, en una hipótesis sobre la alianza electoral conformada por sus respectivos partidos o en una hipótesis sobre un acuerdo político de mayor alcance y vigencia ad portas del Bicentenario de la Independencia Nacional?”
Las cartas están puestas sobre la mesa.
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