(Editorial) Nueve planchas tras un voto muy disperso
Finalmente, ayer se definieron las planchas presidenciales que participarán en los comicios del próximo año, bajo la figura de alianzas electorales coyunturales.
Imaginamos que las agrupaciones políticas han sopesado suficientemente los pros y contras de las coaliciones que han formado. Es claro que la estrategia contribuirá a la dispersión del voto, tal vez mayor a la registrada en las últimas elecciones municipales.
Ante hechos consumados, lo cierto es que tenemos nueve candidaturas, de las cuales cuatro son alianzas. Cada una aglutina tras de sí a dos o más fuerzas que tratarán de atraer no solo a sus correligionarios, sino a los indecisos que en nuestro país casi siempre han determinado el resultado de los comicios. Si seguimos la tendencia actual de las encuestas, que podría cambiar a futuro, solo dos o tres aglutinarían los votos.
Como hemos señalado en esta columna, estas confluencias solo reflejan la crisis de las agrupaciones políticas, la falta de representatividad en la que se hallan inmersas y lo débil del sistema peruano de partidos. Además, muchas organizaciones solo buscan superar la valla electoral. Como confirmó recientemente Felipe Castillo, de Siempre Unidos, una de las fuerzas que apoya la candidatura de Solidaridad Nacional, las coaliciones impedirían que algunos grupos pierdan su inscripción en el JNE. Según el artículo 13 de la ley de partidos la inscripción de una agrupación puede cancelarse si esta no alcanza el 5% de los votos válidos en el ámbito nacional.
Sin embargo, estas planchas presidenciales –en ciertos casos, extrañas y forzadas– también ponen en evidencia otros elementos para el análisis. Por ejemplo, solo Perú Posible y Fuerza Social llevan vicepresidencias coherentes, en el sentido de que están representadas por miembros de esos partidos. En el resto de alianzas, los vicepresidentes son figuras independientes o miembros destacados de los partidos de la coalición.
En el primer caso está el Apra. Si bien Mercedes Aráoz anunció que la acompañarían independientes, finalmente sus vicepresidencias están ocupadas por prominentes líderes del partido de la estrella. En el segundo caso, Alianza por el Gran Cambio, agrupación liderada por un independiente –Pedro Pablo Kuczynski– tiene un vicepresidente independiente, el empresario Máximo San Ramón, y otra del PPC, Marisol Pérez Tello.
Otra variable interesante en las plataformas presidenciales es la inclusión de mujeres. Las tenemos como cabezas de lista, como Keiko Fujimori (Fuerza 2011), o en las vicepresidencias, como Marisol Espinoza (Gana Perú), Elva Quiñones (Fuerza Social) y Carmen Rosa Núñez (Solidaridad Nacional).
Aún es temprano para hablar de la formación de las listas al Congreso. Pero todo indica que también en ellas será evidente el espíritu camaleónico de ciertos personajes públicos que, en acuerdos ‘convenientes’, ahora apoyarán a listas que ayer desconocían, criticaban o se oponían.
Sin duda, el Perú se halla muy lejos de contar con propuestas electorales más coherentes a consecuencia de la ostensible crisis de partidos políticos que arrastra desde hace décadas.
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