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jueves, 24 de marzo de 2011

Elecciones 2011 :::: Las encuestas presentan reacomodos cada vez más dramáticos. PPK y Humala se embalan, mientras que puntero Toledo es cada vez más vulnerable.

SUBIBAJA - Caretas

A poco más de dos semanas para la primera vuelta, Toledo, que no es manco, prometió ajustes a su campaña. La mayoría de su drenada intención de voto ha ido a parar indudablemente a PPK. ¿Cuál es el techo del ex premier?
Lo único rojo de Ollanta Humala era su corbata perlada de lunares blancos. El ex cuco desayunó el lunes 21 en la casa del cardenal Juan Luis Cipriani. Llegó muy temprano con su esposa Nadine Heredia y salió con un rosario entre los dedos obsequiado por el purpurado. Humala observó que su partido era de “pensamiento católico-conservador” y se mostró de acuerdo con la Iglesia Católica en defender “los valores de la familia” conformada “por el hombre, la mujer y los hijos”.
Sin salirse de la línea, siguió su periplo por la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) y la Asociación de Exportadores (ADEX), donde se comprometió “a mantener una estabilidad jurídica en el país” y “trabajar de la mano con la inversión, sea nacional o extranjera”. También se esforzó en ser emocional: “poco a poco (he querido) aclarar los puntos en los que nosotros nos equivocamos, que generamos miedo, y que ahora no lo generamos, porque lo último que hubiéramos querido nosotros es generar ese tipo de sentimientos”.

Luego siguió a Chiclayo, donde reiteró lo dicho el fin de semana: “En esta campaña no escuchará de mi boca agravios indebidos a los candidatos. Lo que sí podemos hacer es señalar al político corrupto, pero no entraremos en dimes y diretes ni al insulto, preferimos aprovechar nuestro tiempo en ofrecer propuestas”.
El líder nacionalista ha visto un expectante repunte sostenido en una campaña vuelta a diseñar. Desde los predios de Alejandro Toledo, y con el objetivo de recuperar la intención de voto del ex presidente, ya alertan sobre la grave amenaza de una segunda vuelta entre Humala y Fujimori: la elección entre el cáncer y el sida según Mario Vargas Llosa.

DRAMÁTICO REACOMODO

¿Qué pasó con la campaña? Nada realmente extraño si se toma en cuenta el comportamiento electoral peruano y la implosión del sistema de partidos. Pocas veces, sin embargo, se ha vivido una incertidumbre de estas características. Dos candidatos punteros, cada uno con su coro mediático a pesar de fuertes vulnerabilidades, han visto evidentes bajones en sus preferencias de voto. El primero, Alejandro Toledo, las debe estar pasando verdes en una punta cada vez más precaria (ver recuadro). El ahora cuarto, Luis Castañeda, no parece capaz de revertir la maldición de los alcaldes limeños exitosos. La última encuesta de CPI acentúa las caídas de ambos ya evidenciadas por la previa de Apoyo.
Mientras tanto, en segundo lugar se consolida la opción fujimorista que, según las encuestas, se perfila como la única con un quintil de fidelidad en medio de la promiscuidad del voto. En subida vienen Pedro Pablo Kuczynski y Ollanta Humala, casi desahuciados hasta hace pocas semanas.
En la tienda de PPK se discute una estrategia de polarización para los días de infarto que restan. En ese orden de ideas, el ex premier se presentaría como el más capaz de los cuatro candidatos que representan, según las fuentes de su comando, un modelo de economía abierta y de libre mercado; de modernidad que cree en la alternancia del poder frente a la economía nacionalista de Humala que buscaría perpetuarse en el gobierno.
Así, en ese imaginario PPK garantizaría una estabilidad que Toledo y Castañeda no, mientras que Fujimori representa una dictadura. Analistas más cercanos al “cholo”, por el contrario, sostienen que su cercanía con el gran capital le haría más complicado empuñar las riendas de un país todavía bravo.
El dilema es más interesante si se recuerda que, en el 2006, Alan García buscó ubicarse en el centro como “el cambio responsable” frente a los supuestos “extremos” de Lourdes Flores y Humala. Esta vez, según el consejo de personajes como el publicista Hugo Otero, PPK pretende otro tipo de centro que no sería la mitad del espectro político, sino donde se ubica la tendencia de la mayoría. Y a veces se ubica más a la derecha. El escenario es fragmentado como nunca pero la tendencia “prosistema” de los cuatro candidatos mencionados suma el 75% de la intención de voto en las encuestas.
Yehude Simon, aliado de PPK, adelantó la estrategia el martes 22: “estaremos compitiendo con Ollanta y ahí habrá un debate de propuestas”, declaró.
PPK intentará precipitar el partido ahora para jugarse el todo por el todo. Pero aquel escenario del fujimorismo enfrentado al humalismo en segunda vuelta pondría al país en una posición dramáticamente distinta.

LA MEJOR SONRISA

La estrategia de Humala ha dado un importante giro en las últimas semanas.
Un diagnóstico estratégico al que accedió CARETAS, y que circuló en los últimos días en su comando, pasa revista a los candidatos competidores:
“Alejandro Toledo tiene una campaña de efectividad limitada que le va a generar problemas en este último mes. No tiene una buena estrategia para captar una proporción importante de electores en este último tramo. Tiene una campaña argumental y programática, mientras que en este momento es imprescindible contar con una campaña emocional centrada en la persona del candidato. Un problema similar tiene la campaña de Luis Castañeda, quien funciona bien en segmentos sociales informados y urbanos, y muy mal en segmentos rurales y de baja educación formal e ingreso. Por último, Keiko Fujimori es una competidora muy importante, pues tiene buena llegada en un electorado similar al de Ollanta Humala y de importancia prioritaria en el final de la campaña”.
De hecho, según la última encuesta de Apoyo, Fujimori tiene la punta en el sector E (29% frente al 18% de Humala). Mientras tanto, el nacionalista la supera en el D (21% contra 17%).
El diagnóstico considera que el electorado que Humala puede capturar “es muy amplio, numeroso, disponible políticamente y captable con mensajes de personalización y emoción”. En el documento se considera un grave error atacar a otros candidatos como Alejandro Toledo para hacerles “soltar” su electorado.
Humala ha seguido el diagnóstico al pie de la letra.
Allí se señala que, luego de una primera parte de la campaña centrada en “un terreno ideológico y programático” se requiere fortalecer la persona y la imagen del candidato. El tono, continúa, “debe ser neutro o positivo porque el electorado de final de campaña detesta el conflicto y la polémica... Es importante que genere la seguridad de que no va a ser un factor de ruptura política o económica. Debe tener un discurso democrático, de seguridad y de protección a los derechos de las personas. Sencillo y convincente”. También es importante “persuadir al electorado de que nuestro candidato es la mejor opción, como persona, de todos los candidatos”.
Estas directrices resaltan que “la imagen del candidato es muy buena, así como la de su esposa y de sus niños. Es una hermosa imagen de familia peruana feliz. El candidato debe aumentar aún más esa seducción personal con más sonrisa franca y abierta. Es el candidato con mejor mirada y con mejor sonrisa”.
Es “absolutamente prioritario” en la recta final de la campaña el voto “de los desinteresados en política y desinformados” que se “recluta mayoritariamente entre jóvenes, mujeres, sectores de bajos ingresos y de baja educación formal, universo rural, etc. Esta gran porción del electorado tiene que ser el destino esencial de nuestros esfuerzos de campaña, tanto en aire como en tierra”, que se expresa en televisión, radios AM de gran alcance regional y un importante incremento de la proporción de vallas con el rostro del candidato sonriente.
El Humala aggiornado, o descafeinado para sus críticos, obedece entonces a un calendario de campaña final y explota sus cualidades frente al electorado potencial. Al respecto cabe recordar que recientemente se dio a conocer un wikileak del 2007 donde el ex embajador estadounidense James Curtis Struble resaltaba su “confianza, convicción, simpatía, credibilidad entre los pobres y un atractivo rostro mestizo en un país donde la mayoría de líderes nacionales parecen europeos”.
Al auditorio informado le dirige mensajes tranquilizadores. En su publicidad, en cambio, Humala se ha dedicado a remarcar propuestas sencillas y directas como Pensión 65, para asegurar a todos los adultos de la tercera edad; un gratuito Servicio de Atención Móvil de Urgencia y el programa Cuna Más para los niños de hasta 3 años en los distritos más pobres del país.
Una jovencita embarazada dice en un comercial que votará por Gana Perú porque cree en el país. El propio candidato lanza frases con el marco de una flameante bandera peruana que sirve de pantalla para proyectar imágenes optimistas: “Ser honesto es admitir que la fuerza de los trabajadores peruanos sustentó el crecimiento y no el privilegio de algunos”. “La desigualdad nos choca. Hiere nuestro sentido de justicia”. “Tenemos divergencias entre nosotros, como cualquier familia, pero se resuelven entre peruanos” (a propósito del wikileak sobre el pedido a la embajada estadounidense para sabotear su candidatura anterior).
¿Quién se opondría a tales ideas?

ENTRE LA CAMPAÑA Y EL PLAN

Entonces una canción vernacular de campaña exige que “terminemos con los complejos del mundo alineado. Nuestra identidad está en lo profundo del Perú”.
Ahí vuelve a sonar la alarma del lenguaje. Y volvemos por un tubo al programa de gobierno de Gana Perú, evidentemente escrito antes de este peeling retórico.
En CARETAS 2171 se recogen algunas de las propuestas del plan que merecen ser discutidas, como la reforma tributaria y el aumento de impuestos a las compañías mineras. E incluso hay otras del corte de la Economía Nacional de Mercado, por la que se pretende fortalecer los mercados internos.
Pero también se hace hincapié en las asperezas marxistas de su redacción y el determinismo que exuda el documento de casi 300 páginas que propone un Estado omnipresente capaz de controlar desde la definición de “cultura” hasta la reasignación de frecuencias de radio y televisión. Promete un reparto “equitativo” de los medios, que además serán “democráticos”. ¿Si el gobierno debe aprobar el nivel democrático de los medios no significa que estamos en serios problemas?
A eso se añade la naturaleza del nacionalismo humalista. En el 2006, CARETAS acuñó el término del “sancochado” político preparado por el comandante, donde cabían ideas dementes como las de su hermano Antauro, sindicalistas de la vieja guardia y el aluvión aprovechado de UPP. Hoy el término ha sido recalentado en el otro lado del espectro para bautizar la sopa de PPK. Pero el humalismo todavía adolece de graves contradicciones que, de saque, se expresan en la conformación variopinta de su lista parlamentaria y la gran distancia entre la campaña y el plan. Y para muestra un blanco botón: en su publicidad, Humala califica como “una vergüenza” que el Perú sea el principal productor mundial de cocaína y advierte que el narcotráfico potencia la inseguridad que hoy azota a los electores. Pero fue él quien defendió durante los últimos cinco años el discurso pro cocalero que cobijó parlamentarias muy cercanas a los narco-intereses. (Enrique Chávez)

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