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lunes, 1 de febrero de 2010

LA REPUBLICA: ALVAREZ RODRICH: SALVADOR SE AGOTA‏

ALVAREZ RODRICH:
 
La desavenencia radica en la definición de la estrategia del PPC para las elecciones 2010-2011 en un contexto de decaimiento de su atractivo electoral. Pero el problema de fondo está en el modo como se toman las decisiones. “Los alcaldes no somos peones ni ‘chupes’ de cuatro dirigentes que a la hora de la hora definen lo que ellos creen según su agenda”, señala Heresi.
Aunque el domingo antepasado él había descartado la opción de irse (“siento que me quieren renunciar (pero) el PPC es mi casa y no dejaré que me boten”), el jueves de la semana pasada su tono ya era otro: “No es un tema de cálculo electoral, acá se nos ha faltado el respeto a varios alcaldes, se ha trapeado el piso con mi nombre y luego me dicen que me calle la boca, que no puedo responder. Yo planteo las cosas como son y en su momento voy a tomar una decisión sobre mi renuncia”.
La respuesta de Javier Bedoya de Vivanco –seguramente uno de los “cuatro dirigentes” de la argolla a los que alude Heresi– se parece mucho a abrirle la puerta al que aún está pensando salir: “El 5 de febrero caerán máscaras de advenedizos”.
Agrega que “quien tiene claras sus convicciones y actúa de manera transparente siempre, no tiene ningún problema con este tema de la renuncia. Este plazo les afecta principalmente a aquellos que no saben dónde están, ni qué es lo que quieren y están muy grandecitos para estar deshojando margaritas”.
 
Salvador ya se agota
Lun, 01/02/2010 - 02:22 
Álvarez Rodrich
 
Por qué el PPC es el ‘semillero’ de la política nacional
Con todas las disidencias sufridas en sus más de cuatro décadas, el PPC ya debería estar preparado para asimilar el nuevo éxodo que podría ocurrir antes de este viernes en que vence el plazo para que renuncien a sus partidos los afiliados que postularán por otra agrupación. Pero esta vez el golpe podría ser más fuerte de lo usual.
Se especula que esta semana renunciarían varios militantes, incluidos doce alcaldes, entre los que estarían Juan José Castillo (Villa María del Triunfo), Luis Dibós (La Molina), Gustavo Sierra (Surquillo) y Salvador Heresi, a quien Lourdes Flores auspició para dar el salto de San Miguel a Lima Metropolitana, una candidatura que ahora ella está evaluando para sí misma.
La desavenencia radica en la definición de la estrategia del PPC para las elecciones 2010-2011 en un contexto de decaimiento de su atractivo electoral. Pero el problema de fondo está en el modo como se toman las decisiones. “Los alcaldes no somos peones ni ‘chupes’ de cuatro dirigentes que a la hora de la hora definen lo que ellos creen según su agenda”, señala Heresi.
Aunque el domingo antepasado él había descartado la opción de irse (“siento que me quieren renunciar (pero) el PPC es mi casa y no dejaré que me boten”), el jueves de la semana pasada su tono ya era otro: “No es un tema de cálculo electoral, acá se nos ha faltado el respeto a varios alcaldes, se ha trapeado el piso con mi nombre y luego me dicen que me calle la boca, que no puedo responder. Yo planteo las cosas como son y en su momento voy a tomar una decisión sobre mi renuncia”.
La respuesta de Javier Bedoya de Vivanco –seguramente uno de los “cuatro dirigentes” de la argolla a los que alude Heresi– se parece mucho a abrirle la puerta al que aún está pensando salir: “El 5 de febrero caerán máscaras de advenedizos”.
Agrega que “quien tiene claras sus convicciones y actúa de manera transparente siempre, no tiene ningún problema con este tema de la renuncia. Este plazo les afecta principalmente a aquellos que no saben dónde están, ni qué es lo que quieren y están muy grandecitos para estar deshojando margaritas”.
No hay que ser adivino para prever que, salvo alguna mediación de último minuto –por ejemplo, del propio líder histórico Luis Bedoya Reyes–, el PPC mantendrá invicta, esta semana, su capacidad de perder miembros que, una vez fuera del partido, escalan posiciones electorales de mayor envergadura.
El PPC ha tenido una trayectoria consistente de defensa de la democracia en el país, pero quizá  no la ha practicado bien al interior del partido. Se parece, por ese motivo, a esos equipos de fútbol que les llaman ‘semillero’ porque son magníficos para producir buenos jugadores pero pésimos para retenerlos pues, apenas cobran notoriedad, son contratados por los equipos más grandes.

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