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martes, 22 de marzo de 2011

PPK, ese síntoma

- La República

PPK, ese síntoma
Vayamos al punto. ¿Por qué PPK sube y Toledo cae? Consideremos dos factores. Uno de carácter racial, y el otro de análisis elemental. Expliquemos.
Por Ybrahim Luna (*)
Uno. Creo que es posible identificar una similitud entre el carisma de un Fujimori en los 90 y un PPK en el 2011. Ambos son identificados por parte de la población como peruanos-no peruanos; osea, residentes sin los defectos de los peruanos. Uno puede recordar lo que se decía de Fujimori: “es japonés, y ellos son técnicos capazotes, puntuales, con él las cosas se van a poner en orden”. Hemos encontrado opiniones similares en la gente que va a votar por PPK: “es gringo y exitoso. Los gringos no pierden tiempo y todo lo hacen dinero…” Algo como time is money.
Y sorprende encontrar esta concepción no solo en zonas rurales, o consideradas menos preparadas, sino también en la clase media, y sobre todo en jóvenes universitarios que se supone poseen una mayor capacidad de análisis y actitud crítica frente a la realidad.
Dos. El análisis elemental. Una señora dice: “por qué voy a votar por el animador si puedo votar por el dueño del circo”. La deducción se la encuentra hasta en ese taxista que te lleva al cine: “Mire Joven, el que manejó la economía fue PPK, y Toledo solo paró en juergas. Hay que elegir al gringo que en verdad lo hizo todo y no nos va a salir con los defectos del otro”.
Este segundo punto, en mi opinión, resume mejor el fenómeno del crecimiento de PPK. La gente empezó a darse cuenta que no tenía porqué elegir a Toledo, si en buena cuenta el candidato de la Chacana y el de la “Alianza por el gran Cambio” eran y son lo mismo. Encarnan la misma posición económica, que es lo que finalmente preocupa a los electores. Como es bien sabido, al peruano promedio poco le importa la corrupción de un mandatario con tal de que haga obra, menos le van a interesar las acusaciones por lobbys de un candidato que representa el éxito en un país tercermundista. Por ello, mucha gente ve en PPK el cuidado económico del país, pero sin la retahíla de escándalos que representaría un nuevo gobierno de Toledo.
¿La cogida testicular tuvo que ver con el crecimiento de PPK?
Sí y no. Solo podemos asegurar que desde entonces PPK estuvo en boca de todos, y ya sea por interés real, “piedad electoral” o por convencimiento de que este candidato tiene harta correa y estará “dispuesto a todo” por llegar a la presidencia, la gente empezó a verlo con cariño y a perder el miedo de decir que votaría por él.
Esta es una parte del voto de Kuczynski Godard. La otra le corresponde, como ya dijimos, a un extraño -y ya vivido- furor por el extranjero “elegido”, esa negación de la capacidad nacional propia, explicada con el sueño del Mesías que nos traerá por Aduanas todas sus costumbres y virtudes foráneas. Y el tercer bastión de votantes lo tiene en la derecha de siempre, incluso en la ultraderecha, diríamos.
Y es que es obvio que la derecha, con tres o cuatro candidatos, perdiera votos en una pugna con peones iguales. Además, a la derecha peruana le conviene la candidatura de un PPK, que a la luz pública no es tan evidentemente cuestionable como la de una Keiko Fujimori, cuyo único plan de gobierno es liberar a su padre. O de un Castañeda que ya hace semanas empezaba a desmoronarse. Y ahora, tampoco la de un Toledo que a la larga le significaría más un dolor de cabeza que un plácido té, como sí lo sería Kuczynski.
Incluso la ambigüedad de Kuczynski respecto de Fujimori (padre) le debe haber ganado unos votitos.
No creo que Toledo haya cometido errores tan graves como para bajar abruptamente. Es cierto que el intercambio de palabras con PPK solo sirvió para girar los reflectores hacia el segundo. Pero creo más que el bajón se debe a que la inamovilidad y triunfalismo, aún en un primer lugar, en una campaña electoral peruana puede significar un desgaste irreversible. Recuérdese que Keiko y Castañeda ya estuvieron primeros en las encuestas pasadas, muy pasadas.
Por ello, es posible que lo de Kuczynski, más que un fenómeno, sea un síntoma de cómo estamos, deduzco que no hemos cambiado mucho respecto de los 90. La nacionalidad o raíces extranjeras no son un aval de capacidad y transparencia, necesariamente. Por supuesto, tampoco podemos descalificar a alguien por ello, pero tampoco encumbrarlos por esa única razón.
En fin, ¿quién entiende los seductores engranajes del romance del pueblo con un candidato? O quizá la explicación se más sencilla, y tan simple como que PPK le cae simpático al pueblo peruano.
La gente dice que PPK es el más inteligente de los candidatos y que es un capo como técnico. Pero cuando uno le pide a esa gente que diga dos o tres medidas importantes que haya impulsado Kuczynski como ministro durante el gobierno de Toledo, no atinan a veces a responder una sola.
A propósito, si todos quieren elegir a Kuczynski por su buen manejo en la política económica, por qué Humala es el otro candidato que más ha subido. ¿No es que el Perú estaba contento con su imparable crecimiento económico?

(*) Colaborador y escritor de "Criador de pilotos" en poesía; y "De corresponsal a cómplice" de cuentos. Encuentra su columna Hotel de Paso, todos los jueves en La República.pe.

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