martes, 14 de septiembre de 2010
Campaña Turbia
Septiembre 14, 2010 por cesarcombina
Por: Mariella Balbi
Martes 14 de Setiembre del 2010
Una campaña, publicitaria, política o del tipo que fuere, se traza siempre objetivos y busca posicionar al máximo lo que promueve. Toda campaña también tiene una duración y un tiempo determinado para desplegar la estrategia concebida, aunque en el caso de las presidenciales peruanas se gestan con enorme antelación.
Normalmente son pagadas, pocas veces son gratuitas. En política, su costo evidencia la pujanza de la organización. En el Perú hemos visto fracasar campañas dadivosas y pobretonas, en la época de Fujimori-Montesinos la difamación y el ataque vil contra los opositores reemplazaban al dinero; sin embargo, el pago se hacía a los medios de comunicación directamente. En esta elección municipal los medios de comunicación han tomado posición frente a los candidatos con mayor o menor ímpetu, pero dentro de lo aceptable. Un canal de televisión es la excepción a esta conducta. En un mes y durante más de una hora diaria, el conductor de uno de sus programas se dedicó a denigrar, demoler, enlodar a la candidata Lourdes Flores.
Este no es un tema de opinión ni de percepciones, las cerca de 60 horas sostenidas y continuas de ataques están ahí, medibles, cuantificables. Cualquiera que quiera ver lo percibiría, así el (la) candidato (a) en cuestión se llamara: Flores, Ramos, Rosas, Lay, Villarán o Huamán. No es asunto de personas sino de límites y de violación de las reglas de juego electoral. Sin embargo, aunque la crítica a esta situación es unánime, nadie se pronuncia, ni la SIP ni el Consejo de la Prensa ni el Jurado Nacional de Elecciones. La masacre es repugnante y bastante más elaborada e intensa que lo visto en la estrategia ‘montesinista’, más ‘retro’, igual de aplastante, pero con menos uso de la televisión.
La campaña contra la candidata elegida para la diatriba tiene un objetivo: que pierda la elección. Sin participar en la contienda, solo por tener un espacio en la ‘tele’ y porque –valgan verdades– se lo permite el dueño del canal en cuestión. El mismo a quien defendimos firmemente y desinteresamente, pese a haber apoyado con entusiasmo a la dictadura fujimorista. Resulta incomprensible que no reaccione cuando por menos tomó decisiones drásticas en su canal. La cizaña contra Flores llega hasta descalificarla por no ser madre, a esa bajeza se suma el refregarle sistemáticamente, cual sentencia, que ya perdió dos procesos, y de paso convencer al televidente. Y encima se insiste en que Flores vaya al programa. ¿Iría usted? ¿Le darían las cerca de 60 horas invertidas para derribarla? La repetición cansina tiene en toda campaña un efecto, no importa el ráting del programa. La televisión no es para servir intereses, pertenece a todos. Son 25 años que hago periodismo honesto, he visto de todo, comprensiblemente no puedo callar.
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