LIMA | Ciertamente, los números se pintan malos en estos momentos para Lourdes, pero el árbitro aún no ha pitado y quedan todavía muchas horas disponibles para remontar el marcador. Ya pasó con Santos y Mockus, o en aquel referéndum totalitario que perdió Hugo Chávez que parecía ya ganado por éste. Y es más célebre aún cómo el demócrata Truman le volteó increíblemente al republicano Dewey en 1948 a pesar de las encuestas (la agencia Gallup le daba 6 puntos en contra en vísperas del sufragio, mientras que la agencia Ropper ampliaba a 15 puntos la diferencia), festejando su victoria con el ejemplar de un diario que daba en portada el triunfo de su rival. Truman se impuso 50% contra 45%. La victoria le sonríe a quien no se rinde. Veamos más casos: Pativilca, enero de 1824. Bolívar se halla postrado, al parecer víctima del paludismo. Los realistas no sólo se han fortalecido sino que toda la guarnición del Callao se ha pasado a su lado. Escasean los recursos y la situación se halla complicada. Los efectivos patriotas no llegan a unos 10 mil contra el doble de realistas, quienes además dominan la Sierra.
Las mismas palabras que Bolívar le escribe al general Santander pintan la desolación que le embargaba al estar enfermo y sin recursos: "Todo esto hace un conjunto que me ha tenido desesperado y me aflige todavía mucho. Ya no puedo hacer un esfuerzo sin padecer infinito. Usted no me conocería, porque estoy muy acabado y muy viejo, y en medio de una tormenta como ésta represento la senectud (...) me suelen dar de cuando en cuando unos ataques de demencia, aun cuando estoy bueno, que pierdo enteramente la razón...".
En esos momentos es que el Libertador recibe la visita de su amigo Joaquín Mosquera, embajador de la Gran Colombia. Éste cuenta que "tuve que hacer un grande esfuerzo para no largar mis lágrimas y no dejarle conocer mi pena y mi cuidado por su vida (...) con el corazón oprimido, temiendo la ruina de nuestro ejército, le pregunté al héroe medio muerto: ¿Y qué piensa hacer usted ahora? Entonces, avivando sus ojos huecos, y con tono decidido, me contestó: ¡Triunfar!".
Pronto la tropa se entera de su determinación y la moral sube al tope.
El resto es historia: el Perú estaría libre del Imperio Español -nuestro país había sido su máxima joya desde que se estableció el virreinato en 1542- en diciembre de ese mismo año, que había comenzado tan nefasto.
Y precisamente en Ayacucho se vuelve a ver esta determinación por ganar pese a la adversidad. Los realistas eran superiores en número y armamento, además de haberse posicionado estratégicamente en el cerro Condorcunca ("cuello de Cóndor"), lo que implicaba pelear en ascenso. En plenas hostilidades, el general Córdova se bajaría sable en mano de su caballo y lanzaría la inmortal arenga que motivó a la tropa a tomar el Condorcunca a bayonetazo limpio y bajo un lluvia de balas realistas: "¡División! ¡De frente! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!". Tenía tan sólo 24 años. Moriría asesinado a los 28 años.
Porque en la adversidad no hay que encogerse sino al contrario: pelear más. Como dice la oración del célebre padre de los trasplantes de corazón, Christian Barnard (motivado por el poema "If" de Kipling): "Si piensas que estás vencido, ya lo estás/ si piensas que no te atreves, no lo harás/ si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes/ es casi seguro que no lo lograrás/ Porque en el mundo encontrarás/ que el éxito empieza con la voluntad del hombre/ Todo se halla en el estado mental/ Porque muchas carreras se han perdido antes de haberse corrido/ y muchos cobardes han fracasado/ antes de haber iniciado su trabajo/ Piensa en grande y tus hechos crecerán/ piensa en pequeño y quedarás atrás/ piensa que puedes y podrás/ todo está en el estado mental/ Si piensas que tienes ventaja... ¡ya la tienes!/ tienes que pensar bien para elevarte/ tienes que estar seguro de ti mismo antes de intentar ganar un premio/ La batalla de la vida no siempre la gana/ la persona más fuerte o ligera/ porque tarde o temprano, la persona que gana/ es aquella que cree que puede hacerlo".
Correo Diario
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