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domingo, 5 de septiembre de 2010

La campaña del miedo
Desde que Luis Castañeda le ganó la alcaldía de Lima a Alberto Andrade en el 2002, no vivíamos una campaña municipal tan expectante y disputada como la de ahora. Quizá por ello desde un inicio se desató una ‘guerra sucia’ que ha tenido como blancos principales a Lourdes Flores al principio y Susana Villarán ahora. Incluso, como parte de la andanada de misiles de los últimos días, hasta el ex presidente Alejandro Toledo ha tenido su ‘campañita’ en contra. Hay mucho de confrontación ideológica en esta pelea, pero también una guerra de calificativos que augura un final en el que las propuestas y el juego limpio quedan de lado.

Por Ghiovani Hinojosa/Raúl Mendoza - La República Domingo

En medio de una conferencia de prensa ofrecida el último miércoles en su local partidario, Susana Villarán dijo, contrariada, sobre los ataques con que algunos medios escritos buscan afectar su candidatura: “Esta es una campaña de terror, que va a continuar”. Tiene razón. Esta semana la ‘guerra sucia’ se desató con furia en contra suya y no va a amainar en lo que falta para el 3 de octubre. Desde que se conoció su salto de 10 puntos en las encuestas la han acusado de estar vinculada con Sendero Luminoso y las FARC, de estar rodeada de extremistas, de ser marxista por alzar el puño, de ser una pituca caviar y adjetivos parecidos. Hay mucho de dogmatismo, fanatismo y mentira en ese trabajo de demolición.

Según el analista político Fernando Tuesta, esto no es nuevo en las campañas peruanas. “Muchos medios escritos en épocas electorales tienden a acentuar su sentido propagandístico para apoyar a un candidato”. En ese sentido, señala que los medios impresos de la década de los noventa, “propagandísticos, devaluados y panfletarios”, han dejado su huella. Y en estas circunstancias, ese estilo se repite. Fernando Rospigliosi, otro analista, precisa que hay un objetivo claro en la campaña desatada contra la candidata de Fuerza Social: causar pánico en algunos sectores que la respaldan vinculándola al terrorismo. “Esto no se veía desde los tiempos de Fujimori y Montesinos. A eso hemos retrocedido”, dice.

En ese sentido, el punto más alto de esta práctica se dio esta semana. Un diario la comparó con Abimael Guzmán solo porque Villarán aparece en un cartel con el puño en alto, en una asociación manipuladora que ha sido objeto de burlas y censura en columnas periodísticas y las redes sociales en internet. Varios diarios también están levantando el ‘cuco’ de que la candidata de Fuerza Social va a entregar el manejo de la educación al Sutep. Eso no lo ha dicho nunca y no está en su plan de gobierno. Todo se basa en interpretaciones antojadizas. “Susana se equivocó al sumar al Movimiento Nueva Izquierda a su proyecto, pero ella va a gobernar Lima y no ellos”, dice Rospigliosi. Por su parte, Tuesta precisa que Patria Roja ya compartió el gobierno de Lima cuando Alfonso Barrantes fue alcalde con Izquierda Unida. “Entonces eran más radicales, y no lo controlaron”.

Pero no solo el último tramo de la campaña se ha ensuciado con estas prácticas. En un principio, cuando Lourdes Flores planteó la dicotomía decencia vs. corrupción ‘marcándole la cancha’ a Álex Kouri –su rival más cercano entonce– fue víctima también de campañas nada limpias al mejor estilo fujimontesinista. José Olaya , un periodista del periodo de la prensa basura, la empezó a atacar desde un pasquín con titulares como “Pitucona” o “Kouri la puntea” (en relación con una encuesta en la que él iba adelante).

Posteriormente, varios candidatos le enrostraron su asesoría brindada al empresario César Cataño, acusado por tráfico de drogas.

Incluso llegaron a insinuar que era la candidata del narcotráfico. “Varios medios escritos desarrollaron una campaña contra Lourdes Flores cuando estaba Kouri. Pero cuando este salió del juego, los que atacaban a Lourdes se lanzaron contra Villarán porque ahora la consideran el peligro mayor”, sostiene Tuesta.

Se puede afirmar que Lourdes Flores cometió un gravísimo error político al aceptar como cliente a Cataño –justamente porque es una política con proyección–, al tiempo que Susana Villarán debió tener más cuidado con sus alianzas electorales. Pero, parafraseando a Augusto Álvarez Rodrich, “nadie en su sano juicio podría concluir que Lourdes sea burrier o sirviente del narcotráfico, o que Susana sea una terruca”. No obstante, en esos términos se ha movido, y se mueve, la anticampaña que esta semana salta de los tabloides a los noticieros de televisión.

Pero las presidenciales del 2011 se han anticipado también algunos golpes bajos. El virtual candidato Alejandro Toledo ha sido aludido en algunos periódicos como traidor político luego de que un dirigente de Perú Posible hablara del “resentimiento” de Pedro Pablo Kuczynski. Como se sabe, PPK dijo de refilón en una entrevista que “Toledo sería un buen canciller” en un eventual gobierno suyo. Por su lado, Rafael Rey, olvidándose de la imparcialidad que exige su rango ministerial, declaró: “Espero, por el Perú, que (Toledo) no gane las elecciones”. El sociólogo David Sulmont explica estos ataques como un intento por detener a un político del que se espera que investigue los hechos de corrupción del presente régimen y que está vinculado a asuntos espinosos como la Comisión de la Verdad y la extradición de Alberto Fujimori.

Lourdes filuda

El tono confrontacional no ha provenido esta semana solo de un sector de la prensa capitalina, sino también –sorprendentemente– de una de las protagonistas de la contienda y ex víctima de la ‘guerra sucia’: Lourdes Flores. Ella amaneció el jueves pasado con un talante menos cordial y más punzante. Muy temprano, en los estudios de RPP, sorprendió con este dardo verbal: “Estoy en esta batalla por que el progreso alcanzado por nuestro país no se vea amenazado por viejas y fracasadas ideas que ya probaron su desgracia. ¿Podrá Lima ser más segura con Patria Roja en el gobierno?”. En un contexto tan caldeado como el actual, no era necesario que mencionara a Susana Villarán para que los oyentes sepan que se refiere a ella. Flores, además, buscó trazar la línea que divide a los candidatos municipales entre la opción “moderna”, “pujante” y “de futuro”; y la “anacrónica”, “sectaria” y “violenta”, que vincula a Villarán, acaso la única contendora capaz de arrebatarle el triunfo municipal este 3 de octubre. Así, asumió una actitud política agresiva que, si bien no posee la impudicia de alguna prensa capitalina, devela un afán demoledor.

Los hechos hablan por sí mismos: durante su intervención radial, Lourdes Flores leyó un documento que recoge las conclusiones de la segunda sesión plenaria del Comité Central de Patria Roja, realizado el 14 y 15 de agosto pasado. En él, se dice que “la situación política tiene que ser enmarcada y analizada bajo el margen de la lucha de clases, que las tácticas de la actuación política incluyen la táctica electoral y que el escenario electoral no es un fin en sí mismo”. La candidata del PPC-Unidad Nacional enfatizó que “se dice que la candidatura de Susana Villarán constituye un triunfo en la unión de las fuerzas de izquierda en la conquista del poder y Patria Roja se siente orgulloso articulador de la propuesta”. Hasta se animó a comentar con cierta sorna: “La izquierda miraflorina sale en la televisión, mientras ellos (Patria Roja) agitan las masas”. ¿Acaso esto no empobrece el debate programático? ¿Por qué Lourdes Flores ha empezado a estereotipar a su principal rival como “la caperucita que tiene a todos los lobos atrás”, según sus propias palabras?

“Hay un sector de políticos peruanos asociados a corrientes de derecha que están empecinados en vincular modernas opciones democráticas de izquierda con proyectos totalitarios, antidemocráticos e incluso criminales, como los de Sendero Luminoso y el MRTA. Es una estrategia de demonización que olvida que en los últimos 20 años ha habido transformaciones en la izquierda a nivel internacional. Hoy un espectro de esta se identifica con los valores democráticos, defiende la libertad de expresión y respeta las elecciones y el estado de derecho”, explica el sociólogo David Sulmont.

Las alusiones casi directas de Flores a Villarán han tensionado esta lucha de señoras. El mismo jueves por la tarde, cuando se encontraron en un auditorio de la Universidad Católica en un debate sobre la descentralización de la educación, las distancias se hicieron patentes. Al inicio del evento, Lourdes Flores, que estaba sentada a la derecha de Villarán, se levantó, le dijo algo con una media sonrisa y se retiró a un extremo de la mesa. Ya afuera del recinto, continuó refiriéndose tácita pero contundentemente a la candidata de Fuerza Social: “Las mentes que necesitamos son mentes de futuro, modernas, de progreso, no mentes que nos traigan a la lucha de clases y a la violencia. Dios mío, eso sería una barbaridad para el progreso del país”. Habló de “ideas decimonónicas o anacrónicas”. Susana Villarán, antes de retirarse algo ofuscada, devolvió el puyazo. “A los vecinos les interesan las propuestas. No estar peleando ni querer rayar la cancha, eso es muy soberbio. Está gastando saliva poniendo de nuevo el pleito en lugar de la propuesta. Nosotros queremos recorrer toda Lima conversando con los vecinos y vecinas. Esa es nuestra respuesta a Lourdes: en la calle te ganamos”.

Sea Lourdes Flores o Susana Villarán la nueva ocupante del palacio municipal limeño, lo importante es no enlodar la campaña. Trasladarla de los dichos a los hechos, de los insultos a los planes. Tras la salida de Alex Kouri de la contienda electoral, ambas alternativas se ofrecen como democráticas y no tienen por qué deslegitimarse. Los operativos de demolición, tanto los dirigidos contra Villarán, Flores y  Alejandro Toledo, copan un espacio que debería ser utilizado para la exposición de ideas. Como sugiere Fernando Tuesta en son de pasar la página: “A estas alturas, ni Cataño ni puño en alto”.

No al enfrentamiento

Según Giovanna Peñaflor, especialista en sondeos, las candidatas se equivocarían mucho si llevan la campaña al plano de la confrontación ideológica porque ahí pueden perder valioso tiempo que ya se está acabando. “En lo que queda de campaña deben hacer llegar sus planteamientos a los sectores populares, porque ahí están ansiosos de escuchar qué se va a hacer por ellos y tienen el poder de decidir la elección”, dice.

Sobre este tema, recordó que el nivel de indecisos todavía es elevado: “Hay entre un 20% y 30% de indecisos declarados, es decir aquellos que no han decidido su voto. Y también un 20% más de voto blando, es decir aquellos que votarían por alguien pero admiten que todavía pueden cambiar su voto. Todo eso da un universo de 50%. Una cifra importante en una elección y que hace que nadie pueda sentirse seguro ni porque está subiendo ni porque todavía mantiene una importante ventaja”. Ellas tienen la palabra.

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