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lunes, 13 de septiembre de 2010

Lourdes Flores: “Si hubiera una tercera derrota, mi rol en la vida política habría terminado"
Edad: 50 años Profesión: Abogada (especializada en derecho civil) Cargo: Miembro del directorio de la Universidad San Ignacio de Loyola. Tiene su propio estudio de abogados
Domingo 12 de septiembre de 2010 - 08:40 am 151 comentarios
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(Ilustración: Alonso Núñez)
Por Juan Aurelio Arévalo
Lourdes Flores es consciente de que la gente cree que puede volver a cometer un desliz. Dice haber aprendido de los errores del pasado y, por eso, en esta campaña ha optado por una actitud más agresiva y contestataria. Admite que perder los sectores A y B fue un cambio inesperado, pero asegura que tiene razones para seguir esperanzada. “Hemos hecho una campaña con humildad y una gran vocación de diálogo. Mi confianza radica en las muestras de cariño que recibo”.
Con la misma honestidad confiesa cuál será su futuro político si aquellas señales de afecto no se traducen en votos. “Si hubiera una tercera derrota, tendría que ser consciente de que, siendo muy agradecida con la ciudadanía, mi rol en la vida política habría terminado. Sería una torpeza sin límites seguir perseverando si en dos ocasiones para una propuesta nacional y en una municipal no encuentro el respaldo ciudadano. Tengo gente que me apoya, pero hay un límite a ese seguimiento”.
LECCIONES DE CAMPAÑA
Cuando faltan 20 días para los comicios, uno se inclinaría a pensar que estas son horas de angustia para la candidata del PPC-UN, pero su experiencia electoral la lleva a contestar con diplomacia: “Tengo absoluta tranquilidad y optimismo”. Si bien las últimas encuestas muestran un acelerado repunte de Susana Villarán, también es cierto que Lourdes aún lidera las preferencias con alrededor del 30%. El apellido Cataño la ha hecho tambalear, pero es optimista. Por un lado, el clima no da como para que se meta a una piscina y por otro, su padre se encuentra en cura de silencio. “Su alejamiento se debe a que tiene 82 años y su salud ya no es la misma. Aparte, no tiene nada que ver con mi vida política, pero aclaro que tenemos una relación maravillosa”.
En esta campaña Lourdes dejó de lado a los asesores e implantó sus propias reglas. “Esta vez no le perdono una a nadie” anunció al inicio y cumplió. Tildó de corrupto a Álex Kouri y ahora llama Caperucita Roja a Susana Villarán. “Más allá de mis frases, lo que importa es el contenido. Quise hacer una reflexión sobre los riesgos de una campaña en la que han intervenido actores con ideas que ciertamente representan un retroceso para Lima”.
Pero, ¿desde cuándo surge realmente su interés por la capital? En setiembre del año pasado, Lourdes declaró que la Alcaldía de Lima no estaba en sus planes. “Yo venía auspiciando con toda generosidad la candidatura de Salvador Heresi, pero con su alejamiento las cosas variaron y se tuvo que forzar una decisión para el 4 de febrero”. Lourdes explica que su candidatura pasó por un tema de sacar la cara por el partido y por aprovechar la oportunidad de servir a la ciudad. Sin embargo, competir contra Kouri fue otra razón determinante. “No negaré que cuando dije que la decencia va a barrer la corrupción tenía una preocupación muy seria por lo que significaba una presencia montesinista”.
Cuesta creerlo, pero fue Lourdes quien propició el ascenso político de Kouri. “Yo auspicié con entusiasmo su candidatura al Congreso Constituyente Democrático en 1993. Incluso lo ubicamos en el cuarto lugar de la lista. Se proyectaba con mucha fuerza”, afirma. Pero una vez en el Congreso, Kouri se olvidó de quien le tendió la mano. “Había elementos raros, se distanció de nuestra posición. Luego, cuando elegimos a Ántero Flores-Aráoz como presidente del PPC y a él como vicepresidente, declaró que el partido había muerto. Después nos enteramos de que estaba sacando firmas para su propio movimiento”, recuerda.
La enemistad la llevó a enfrentarlo en estos comicios. Lourdes construyó su muro de la decencia, pero la tacha terminó por derribarlo. Hoy ha surgido el voto de revancha por la tacha y mientras Lourdes se estanca y Villarán crece, Kouri se divierte.
La forma como se le volteó la tortilla en esta campaña fortalece la caricaturización de la cándida Lulú. Pero no es ingenua. Tiene una sólida trayectoria profesional (ingresó al PPC a los 18 años, ha sido regidora de la Municipalidad de Lima en dos períodos, congresista durante una década, abogada, docente y rectora de la USIL)y don de mando al interior del PPC.
Una mano firme que algunos califican de autoritaria. En 1995, el PPC perdió su inscripción ante el JNE, Alberto Andrade pidió licencia para incorporarse a otra lista, pero ella se opuso. “Mi hermano renunció por eso y porque Lourdes lo sometió a disciplina por otro asunto. Con ella no se podía opinar”, comentó Fernando Andrade. Los disparos de Flores-Araóz también están escritos antes de su renuncia al PPC: “Nadie se puede sentir la mamá de Tarzán o la última coca-cola en el desierto”.
“Creo haber sido tolerante. Siempre he auspiciado la formación de nuevos cuadros y la libertad de competencia. Me ha dolido que algunos hayan buscado su propio proyecto. A veces el desarrollo personal prevalece sobre el interés colectivo”, contesta.
De su estado civil y el no haber sido madre ya se ha hablado hasta el cansancio. “Hay quienes ven en eso una cierta debilidad, pero uno es lo que es y punto”, señala. Lourdes también les responde a quienes la califican de cucufata y aburrida. “Así como tengo una gran tolerancia para la crítica, también tengo un gran sentido del humor. Me gusta bailar, me encanta la salsa y la música criolla, iba a karaokes, pero soy muy desentonada”, confiesa.
Pero no siempre la pasó bien de joven. Lourdes parecía encaminada a convertirse en diplomática hasta que la dictadura de Velasco mandó a prisión a su padre por presuntos malos manejos en la Empresa Peruana de Servicios Agropecuarios (EPSA), en la que ocupaba el cargo de director. “Velasco inició un proceso contra media administración pública en el sector agrícola. Mi padre estuvo preso cinco meses en Lurigancho, tenía 15 años cuando lo iba a visitar y acompañaba a mi madre al Palacio de Justicia, convencidas de su inocencia. Eso me llevó a estudiar derecho”.
Lourdes no descarta que aquel drama familiar en algo tuvo que ver con su postura cautelosa respecto del caso Cataño. “Pese a que no soy abogada penalista, sí tengo un profundo respeto por la presunción de inocencia. Creo que no se puede condenar a nadie, menos cuando no hay un proceso de por medio”, sostiene.
¿Pero de ahí a poner las manos al fuego? “Comprendo que puedan haber todos los juicios de valor, pero he marcado claramente la distancia que corresponde a mi actuación profesional del marco político. Desde mi perspectiva, he actuado con corrección porque creo que no es un caso de narcotráfico. Nadie me ha regalado nada, ni he dado un favor y en cuanto al monto de mis honorarios [58 mil soles al mes] he preferido ser sincera. Yo no vivo con lujos ni nada extraordinario. Soy una profesional que trabaja y que vive de una forma normal”.
¿Qué hará si gana?
Se compromete a darle a Lima el orden que necesita desde el primer día. Pero aclara que ese orden no solo incluye el transporte, sino también la seguridad. Planea desarrollar un sistema de metros con el apoyo del Gobierno Central, pero también pondrá énfasis en consolidar el progreso alcanzado. Continuará con los hospitales de la Solidaridad, realizará obras de infraestructura en las zonas populares, promoverá una educación con valores y trabajará de la mano con los jóvenes.
¿Qué hará si pierde?
Tomará unos pocos días de descanso y continuará con su vida profesional. Con respecto a su futuro político, afirma que una tercera derrota electoral la haría sufrir un revés muy fuerte, al punto que tendría que ser consciente que su “rol en la vida política habría terminado” y que “sería una torpeza seguir perseverando” en elecciones cuando la ciudadanía no la respalda. Sin embargo, dice que no se apartará de ninguna manera del PPC. Gane o pierda ayudará a formar cuadros y alentar nuevos liderazgos.

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