Leon Trahtemberg - DE SENTIDO COMÚN
Si para lograr el desarrollo del país se requiere un crecimiento anual entre 5% y 8% del PBI, estamos hablando de una pérdida del 50% de los recursos necesarios para llegar al nivel de país desarrollado. A ello se suman los costos no monetarios de convertir la corrupción en un componente estructural endémico del quehacer político y público del país, un factor de motivación para los golpes militares y la instalación de gobiernos autoritarios y dictaduras que agregan más impedimentos a nuestro ideal de sociedad formal, disciplinada, respetuosa del Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos.
Esta presencia sistemática de la corrupción estaba íntimamente ligada a la tradición política e institucional que centralizaba el control del patrimonio nacional y los poderes ejecutivos, sin el correspondiente control y rendición de cuentas.
�Se imaginan si ese 3% del PBI robado por la corrupción se hubiera invertido sistemáticamente en la educación para llegar al 6% del PBI, como lo hicieron los países desarrollados? El Perú podría tener hoy la mejor educación del mundo. Lamentablemente, tenemos una de las peores, gracias a la corrupción.
�Todavía es posible sostener que a un gobierno que haga obras se le puede perdonar la corrupción? �Que malversar con obras públicas, coimear a los ofertantes en licitaciones, comprar los bienes y servicios que dejen la mayor tajada -aunque no sean los apropiados- es perdonable por compensación de las obras que sí quedan visibles? Pensemos en lo que se dejó de hacer por la corrupción. Quizá eso oriente mejor nuestros futuros votos.
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