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lunes, 5 de abril de 2010

Apología de la corrupción

Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La limitación de la estrategia electoral de Keiko Fujimori.
La entrevista a Keiko Fujimori publicada ayer en la edición limeña del diario Correo, un día antes del aniversario 18 del autogolpe del 5 de abril, revela el eje de su estrategia electoral pero, también, sus limitaciones.
A un año de la elección, su intención de voto equivale a la quinta parte del elector nacional urbano, tres puntos debajo de Luis Castañeda y ocho encima de Ollanta Humala, según Ipsos-Apoyo. Dicho respaldo no es poca cosa y, a partir de este, ahora pretende seducir al sector que rechaza su candidatura por asociarla con la corrupción del gobierno de su padre, a través de un ‘deslinde’ estratégico con Vladimiro Montesinos.
“Yo no tengo que hacer ningún deslinde porque ya lo hice en 1999 cuando era primera dama y pedí públicamente la renuncia del señor Montesinos porque su presencia hacía daño”, señaló ayer en la entrevista. Agregó que “vamos a ser ahora más cuidadosos y hacer un deslinde cuantas veces sea necesario”.
Junto con esa declaración de intenciones, Keiko Fujimori procedió a lanzarle dardos –seguro preparados en la ‘fábrica’ de Carlos Raffo– a quienes llama “fariseos de la política”: Lourdes Flores (“nunca ha ganado una elección general”, “no le hizo bien ser abogada de César Cataño”) y Alejandro Toledo (“no puede darme clases de moral sobre relaciones familiares”).
Flores y Toledo son, justamente, los promotores de la distinción electoral entre “la decencia y la corrupción”, lo cual es contestado por Keiko Fujimori diciendo que “la decencia es una característica de la persona, no un planteamiento político, y porque ella (Lourdes Flores) tenga esa bandera no significa que otras personas no estemos luchando contra la corrupción”.
Sin embargo, los trece puntos (41/28) que Flores le ha sacado a Alex Kouri en la lid municipal, según la PUCP, debilita el argumento fujimorista de que la lucha anticorrupción no es un buen lema de campaña. Al contrario, está teniendo gran potencia.
La limitación del deslinde estratégico que Keiko Fujimori quiere hacer frente a Montesinos radica en que los vladivideos aparecidos después del colapso del régimen de su padre confirman que él y el ‘Doc’ eran cómplices de la cleptocracia instalada en los noventas, salvo que el fujimorismo esté dispuesto a aceptar que su líder era un pelele, lo que no sería muy creíble.
Ahí está la principal limitación de la estrategia de Keiko Fujimori: la imposibilidad de deslindar de su padre. Simpatizar con la corrupción, o hacer apología de ella, no es un delito tipificado en el código penal pero, electoralmente, se ve feo, especialmente ahora que –parece, ojalá– a la gente le está volviendo el interés por la decencia en la política.

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